Es el mes del Orgullo y la polémica en torno a nuestra bandera y lo que representa está en el foco de la noticia.
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Toda esta historia nace de un hecho muy homófobo que afecta a los ciudadanos húngaros. Hungría, en una medida en contra de los derechos humanos, decidió al más puro estilo Rusia, que la «propaganda homosexual» no entrara en las escuelas.
Esto equivale a que los niños no reciban educación relacionada con diversidad sexual y de género, algo que no solo está pensado para orientar a los niños pertenecientes al colectivo LGTB, sino que sobre todo para educar en respeto, equidad y tolerancia.
La muy reprobable medida tomada por el gobierno de Hungría recibió una preciosa respuesta de Alemania, iluminar el Allianz Arena, donde se llevaría a cabo el partido de la Eurocopa entre Alemania y Hungría, con los colores de la bandera LGTB, como una respuesta a tanta homofobia estatal.
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El resultado es que el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, decidió no acudir al estadio y que la UEFA (Unión de Federaciones Europeas de Fútbol) determinó que no se podía iluminar el estadio con los colores que representan el amor LGTB.
La respuesta no se hizo esperar, y gracias a una iniciativa de la eurodiputada Terry Reintke, el Parlamento Europeo y los edificios de la Eurocámara se iluminarán con los colores arcoíris durante este mes del Orgullo.
Esta bandera, dijo Reintke, no es «una provocación política» sino «una señal de respeto por los derechos fundamentales, la diversidad y la dignidad humana» que debería mostrarse también en la Eurocámara.
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El presidente del Parlamento agradeció y respaldó la propuesta de Reintke y aseguró que la institución está «comprometida con la promoción de los derechos LGTBIQ+» y participa activamente en campañas de concienciación.