Antes de hablar de ovodonación me gustaría poder hablar de mí y de mi familia. Soy una mujer lesbiana de 44 años. Crecí en una familia sin hermanos, por lo que siempre soñé con tener al menos dos hijos. No sospechaba que la vida me iba a dar mucho más.
Con 37 años me convertí en madre soltera gracias a una inseminación artificial con semen de donante. ¡Al primer intento en IVI Madrid! Di a luz al primer amor de mi vida, mi hijo Leo, que tiene ya 7 años.
Tres años después de ser madre me enamoré de la que actualmente es mi esposa. Ella también tenía hijas, lo que hizo más fácil que cada una pudiera entender mejor los tiempos, prioridades y procesos de la otra. Ana, mi mujer, tiene dos niñas. Unas gemelas de 5 años que tuvo en su relación anterior. Rápidamente se convirtieron las tres en los nuevos amores de mi vida.
Y aunque juntas ya teníamos 3 niños y eso ya era mucho trabajo, Ana y yo decidimos tener juntas un cuarto hijo. ¡Qué locura!, nos decían todos a nuestro alrededor.
Cuando medimos nuestra fertilidad en un pack diagnóstico, las cosas no fueron muy alentadoras. Yo con 42 y ella con 44, una reserva ovárica muy baja, y una calidad bastante reducida. ¿Qué podíamos hacer? ¿Gastarnos el dinero probando con nuestros óvulos o ir a lo seguro?
Y así fue como decidimos el camino de la ovodonación en IVI. Y aquí te contamos 3 cosas que debes saber:
- La ovodonación es uno de los tratamientos de fertilidad que mayor tasa de embarazo tiene. La clínica busca los óvulos de una donante que se parezca lo máximo posible a la madre gestante. Estos óvulos se fertilizan en el laboratorio y así obtenemos los embriones. Uno de estos embriones, de muy buena calidad por la edad de la donante y el donante de semen, se implanta en el útero de la mamá gestante, en nuestro caso era yo. De nuestro tratamiento conseguimos seis embriones, el primero que me implantaron nos dio el ansiado positivo.
- No tienes relación genética con tu hijo.
Estoy embarazada de 36 semanas de nuestro hijo Gonzalo. Sé que Gonzalo no se parecerá a mí como mi hijo mayor, que no se parecerá a su otra madre y no se parecerá a ninguno de sus hermanos. Al comienzo le di muchas vueltas a esto. ¿Cómo sería la donante? Ya no tanto a nivel físico, sino que también su personalidad, su familia, sus vivencias. ¿Sentiría diferente a Gonzalo que a Leo? ¿Cómo se lo contaría de mayor? ¿Cómo viviría el no tener ningún lazo genético con su familia?
En IVI nos acompañó la psicóloga en el proceso. Fue muy útil poder hablar sobre mis temores y poder ir superándolos. Si estás en este caso es normal que te hagas muchas preguntas y tengas dudas. Te recomiendo poder expresarte y hablar con tu pareja y con un especialista. - Familia no es genética, es amor
Las mamás lesbianas sabemos mucho de este punto, puesto que en la mitad de los casos no compartimos genética con nuestros hijos. Solo una puede aportar los óvulos, es cierto, pero eso no hace que la otra tenga menos importancia. Nosotras, como colectivo, hemos conseguido, después de mucho esfuerzo y años de lucha, poder formar nuestras familias desde el deseo y el amor, lo que ha hecho que la genética sea un punto irrelevante.
De los 4 hijos que tengo (y digo 4 porque aunque las gemelas no sean “mías”, y tengan otras mamás, las cuido y las adoro como si fueran mis hijas), solo Leo ha nacido de mi óvulo. A dos de ellas no las he visto nacer, y al pequeño lo tengo en mi vientre y proviene de una donante. Pero el amor es brutal, es el mismo, sin importar la procedencia de ese hijo o hija.
Si os lo estáis pensando, os animo. Los sueños sí que se cumplen.
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