Cuando los niños entran en la adolescencia empiezan a demandar que sus padres les den mayor libertad. Sin embargo, los padres se debaten entre su deseo de fomentar la confianza en ellos mismos y la capacidad de que sepan valerse por sí solos y mantener la seguridad de sus hijos, ya que saben que el mundo puede resultar peligroso.
Pero la independencia no consiste en darles demasiada libertad en cosas indebidas y para las que aún no se encuentran preparados. Necesitan madurar y aprender a tomar decisiones de forma autónoma y aceptar las consecuencias de las mismas y para ello es preciso dotarles de los instrumentos necesarios para que puedan manejarse con esa nueva libertad e ir proporcionándosela por etapas.
Maneras de desarrollar una independencia adecuada
- Enseñarles a ser autosuficientes haciéndoles partícipes de las tareas domésticas como hacer las camas, fregar los platos, pasar el aspirador e incluso empezar a cocinar. Si es necesario, se puede realizar entre todos un organigrama con las responsabilidades de cada uno dentro del hogar.
- Permitirles que puedan ir eligiendo su ropa y darles un presupuesto para ello, los adolescentes están luchando por encontrar su identidad y su forma de vestir comienza a reflejar su personalidad, por lo que esta es otra forma de alentarles.
- Animarles siempre que deseen hacer algo por sí mismos y respetar sus decisiones, incluso aunque el resultado no sea el esperado. De los errores también se aprende.
- Concretar un horario para su tiempo de ocio, que se puede ir negociando, pero dejando bien claro que debe cumplirse una vez establecido.
- Escucharles y comprenderles. Padres y jóvenes no siempre están de acuerdo y evitan hablar de determinados temas por miedo a las reprimendas. Si desde niños saben que en casa se está abierto al diálogo será más fácil que durante esta etapa sean capaces de comunicar a los padres sus situaciones más difíciles.
- Fomentar su autoestima, ya que cuando una persona se siente bien consigo misma y se respeta no tendrá miedo a tomar decisiones, a expresarse e incluso a defenderse.
- Proporcionarles una paga semanal para que comiencen a administrar sus gastos personales.
- Enseñarles a manejarse correctamente con las nuevas tecnologías y dentro de las redes sociales para que sepan comprender tanto su utilidad como su peligrosidad.
En definitiva, no se trata de abrirles las puertas al mundo para que lo disfruten a su antojo, si no de enseñarles a manejar las libertades. Ser un buen padre es saber cuándo intervenir y cuándo darles a nuestros hijos su espacio vital y, sobre todo, dotarles de herramientas tan necesarias como la independencia, la autoconfianza, el autocontrol y la seguridad.