Hace tiempo que la homofobia ha perdido la vergüenza, -junto con la xenofobia y el machismo-. En la última década reirse de colectivos desfavorecidos se ha puesto de moda y, junto a los viejos dinosaurios están sus cachorros. Es el caso de Eduardo Bolsonaro, que forma parte del gobierno de su padre -tampoco hay reticencias a la hora de hacer selecciones a dedo- y constantemente hace alarde de su falta de empatía con el Amazonas, de su amor a las armas y de su desprecio al colectivo LGTB.
Eduardo, diputado federal, vio super gracioso -madre mía, de tal palo tal astilla- ponerse una camiseta con las letras LGTB en su twitter para alardear de homofobia y de paso promocionar a su admirado Donald Trump -Dios los cría y ellos se juntan-.
L de Liberty -sí, claro-, G de guns -muy original-, T de Trump y B de Bolsonaro.
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William De Lucca, activista LGTB, se atrevió a criticar al diputado y se refirió a su twitt con un «ni Freud lo explicaría».
Desde que los Bolsonaro están en el poder la violencia y los crímenes de odio se han multiplicado hacia la comunidad LGTB.
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