Los Hijras, o Aravanis, son una comunidad de mujeres trangénero integradas totalmente en la sociedad india.Se calcula que hay en torno a 3 millones de hijras en toda India. Aunque la mayoría nacieron varones, se refieren a sí mismas en femenino y visten ropas de mujer. Muchas personas, también dentro de su propia comunidad, consideran que solo se es una verdadera hijra si se está castrada. En cuanto a su identidad social hay un vacío legal donde pueden elegir, -India es el único país del mundo que ha reconocido el género “eunuco” como algo distinto de “masculino” y “femenino” hasta el punto de incorporarlo en el pasaporte-.
Estas mujeres existen desde hace millones de años y han tenido siempre un estatus elevado en la sociedad. Durante el imperio mogol los hijras ejercían de cuidadoras de los hijos del emperador y consejeras de Estado, y disfrutaban de amplias propiedades y sirvientes. Es increíble el parecido que existe entre ellas y su correlato mexicano, las muxes, en cuanto a ritos y roles sociales. Fue occidente una vez más, con la llegada del imperio británico, quien se encargó de hacerlos desaparecer de la cultura mediante la extorsión y el exterminio. Sin embargo, aunque en menor medida, siguen existiendo, ellas y su cultura, y todavía se cree que tienen el poder de favorecer (o impedir) la fertilidad, por lo que habitualmente son requeridas en el nacimiento de un bebé, así como para bodas, inauguraciones, etc, por su supuesta capacidad para bendecir o maldecir las cosas. A cambio, reciben generosas ofrendas en forma de dinero, saris, alimentos, etc. Sus poderes mágicos despiertan temor y admiración a la vez.
Actualmente la comunidad hijra se organiza en casas, regentadas por un “nayak” (suele ser el hijra más anciana) que les protege y representa. Allí aprenden y practican el canto, la danza y diversos rituales mágicos.
Las hijras tienen incluso su lugar en el imaginario religioso hindú: El valeroso soldado Aravan se disponía a librar la gran batalla. Ganase o perdiese había prometido a los dioses ofrecerles su sangre en sacrificio y así fue como lo hizo, lamentándose de perder la vida sin haberse desposado nunca, ya que ninguna mujer estaba dispuesta a casarse con alguien que iba a morir. Krishna se estremeció al oír su último llanto y se transformó en Mohini, una bellísima mujer, para unirse a él. Al día siguiente, cuando Aravan se sacrificó, Mohini lloró con la intensidad de una mujer enamorada. En la mitología hindú es relativamente normal que los dioses cambien de sexo, e incluso que sean un tercer sexo, no definido de forma dicotómica. Es así como se definen los hijras a sí mismos: Como el tercer sexo. Peregrinan cada año a Koovagam, para celebrar allí la unión de Mohini y Aravan, vistiéndose como Mohini y honrando al amante muerto con una fiesta llena de bailes y flores.
Sin embargo, a los hijras, como ha ocurrido desgraciadamente con los transexuales de todo el planeta, les suele acompañar el estigma de la prostitución, a pesar de que, en realidad, la gran mayoría han renunciado a llevar una vida sexual activa, única característica que las distingue de las muxes mexicanas, que suelen casarse, tanto con hombres como con mujeres. Distintas organizaciones, como Sangini Trust o Sangama, luchan tanto por el reconocimiento de sus derechos y su identidad como por hacer desaparecer dicho estigma.