Poco se ha hablado de la existencia de géneros no binarios en la era precolombina. Imaginamos que, como con las lesbianas, la mejor manera de hacer desaparecer una realidad no deseada es directamente ignorar su existencia. De ahí que sea tan importante y necesario rescatar nuestra historia LGTB presente y pasada.
En la región zapoteca de Tehantepec (México) existieron, ¡y existen!, los muxes. Ese es el nombre con que los zapotecas denominaban a personas nacidas con genitales masculinos pero que asumían roles y maneras femeninas, tanto social como sexualmente.
Los zapotecas eran una civilización profundamente avanzada, y una de las más antiguas, de la era precolombina. Eran excelentes arquitectos, y su sociedad estaba edificada sobre un matriarcado igualitario: Mientras las mujeres tomaban las decisiones sobre economía y comercio, los hombres se ocupaban de la vida política. Los muxes eran como un tercer género totalmente integrado en la sociedad. Podían formar parejas monógamas con un hombre o con una mujer, según su propio deseo, y casarse por los mismos rituales que el resto, así como tener hijos. Algunos muxes seguían el rito de iniciar sexualmente a los muchachos adolescentes, no así a las muchachas, pues para los zapotecas una mujer debía llegar virgen al matrimonio. –Se ve que todas las culturas del mundo están un poquito obsesionadas con la virginidad femenina-.
En la actualidad siguen existiendo los muxes –según un estudio atropológico reciente conforman el 6% de la población de Tehuantepec-. Hoy en día suelen formar relaciones temporales con hombres, aunque pueden hacerlo con mujeres si lo desean. En las familias el hijo muxe es considerado todavía como “el mejor de los hijos” y suele ser el que se queda al cuidado de los padres en la vejez, asumiendo el rol de apoyo moral de la familia, algo que se considera “prestigioso”. Al morir la madre o abuela, heredan la autoridad moral y económica de la familia. Es posiblemente ésta la razón porque en algunas familias, principalmente las que no han tenido hijas, se cría a uno de los hijos para que sea muxe, aunque este siempre tiene la última palabra.
Los muxes tienen una presencia social tan fuerte que tienen supropia festividad, llamada La Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, evento que integra la diversidad sexual en la vida cotidiana de la sociedad oaxaqueña. Durante la fiesta se realizan shows muxes, semejantes a los shows travestis, que cuentan con gran aceptación en la sociedad.
En el 2003, una muxe de 25 años, Amaranta Gómez, presentó su candidatura al congreso unicameral del estado de Oaxaca. Actualmente participa en varios proyectos en pro de la comunidad LGTB y es miembro del Comité Estatal Contra la homofobia.
Si te interesa profundizar en la realidad muxe, te recomendamos el documental «Muxes: Auténticas, intrépidas y buscadoras de peligro«, de Alejandra Islas.