Cuando era Andrej era la definición perfecta de queer.
Una belleza que tanto nos atraía por su masculinidad como por su femineidad, o tal vez por la indefinición de ambas. Modelaba cualquier atuendo, daba igual que fuera de hombre o mujer, pues siempre parecían hechos para su percha. Jean Paul Gaultier, por ejemplo, la subió a ambas pasarelas, masculina y femenina, en su desfile de 2011 en Paris, y en el mismo año ocupó tanto el lugar 18 en la lista del Top 50 de modelos masculinos de Models.com, como el número 98 en la revista FHM de las mujeres más sexys del mundo.
Fue en Facebook donde confesó al mundo, en julio del pasado año, que cambiaba su nombre por Andreja y que se sometería a una reasignación de género. Ahora Andrej ha quedado atrás y la modelo redescubre su esperada y estrenada identidad triunfando con la misma rotundidad en el mundo donde ya se las sabe todas: la moda. Y es que lleva en este mundo desde los 17 años, donde fue descubierta por un cazatalentos mientras trabajaba en un McDonalds. En sus últimas declaraciones para la web GLADD, la modelo afirma que pretende modelar exclusivamente como la mujer que es, aunque sigue recibiendo propuestas en ambas direcciones.
Andreja Pejić, australiana de adopción, con ascendencia serbobosnia y bosniocroata, tiene una belleza pálida pero nada insípida, sino inspiradora, y una vida apasionante: habitó parte de su infancia en un campo de refugiados de la guerra de Bosnia, de la que escapó junto a su familia.
Andreja Pejic tuvo un breve romance con la andrógina modelo Erika Linder, con la que ha posado varias veces (foto de abajo).