La asociación estatal de familias de menores transexuales Chrysallis tiene previsto celebrar su primer encuentro nacional en Madrid, una convivencia para que los niños y niñas y jóvenes interactúen. Casi un centenar de familias con hijos transexuales están inscritas en esta asociación.
Lo harán el fin de semana del 21 al 23 de marzo en un albergue a 70 kilómetros de la capital, que no han querido desvelar para no atraer a “periodistas indeseados”, según la presidenta de la asociación Eva Witt. “Lamentamos no especificar más el lugar para preservar la intimidad de las familias”, explica.
La asociación inició su andadura en julio de 2013. “Es ahora, cuando ya somos casi un centenar de familias, que contemplamos la necesidad de organizarnos mejor, de manera centralizada y por comunidades, para que en todos lados se escuche a nuestros hijos, los grandes olvidados”, asegura Witt.
“Nuestro objetivo es ayudarles hasta que llegan a la edad adulta, hasta que tienen unos 20 años y ya pueden desligarse de sus padres”, señala la presidenta de Chrysallis. “Los padres no son expertos, y muchos de ellos no saben bien qué hacer a la hora de enfrentar la realidad de un niño o una niña transexual”, añade.
Además de juegos, son varias las actividades de convivencia preparadas para esos días. Una de ellas es la presentación dinámica de cada una de las familias asistentes. También hay previstas charlas de sexólogos, psicólogos y activistas de colectivos gays como No te prives, de Murcia.
Eva Mitt nos cuenta que hay más niñas transexuales que niños transexuales en la asociación. “A las personas transexuales lo que más les molesta es lo que sobra; a las niñas trans les molesta desde pequeñas tener pito, mientras que para los niños trans tarda más, cuando se le desarrollan los pechos en la adolescencia”, explica. La alerta llega cuando algunas niñas llegan incluso a intentar mutilarse el miembro. “Los padres se angustian cuando ven a las niñas trans pequeñas en esa situación, y en el caso de los niños trans no se dan cuenta hasta que son algo más mayores”, narra la presidenta.
Algunas de estas niñas se encuentran en lo que han llamado la etapa de las lentejuelas. Según nos cuenta Mitt, es un periodo de tiempo que suele durar en torno a 12 ó 18 meses desde que los padres les permiten expresarse como son. “Es un estado de euforia por el cambio y la liberación, en los que ellas intentan vestir como hasta ese momento no les han dejado, y lo hacen con lentejuelas, brillos, plumas… Después se les pasa”, cuenta.
Deseamos a todas las familias inscritas que disfruten de estos días de convivencia (aquí para inscribirse).
Fuente: Ragap y Chrysallis