Hace nueve años, Jean Marc Vallée sorprendió al mundo con C.R.A.Z.Y., una perfecta combinación entre trama, banda sonora y un ejemplar ritmo narrativo. Ahora, este director de origen canadiense, ha superado todas las expectativas con un nuevo drama al que no sólo le acompaña la taquilla, sino que no deja indiferente a todo aquél que lo ve. ¡PASEN Y VEAN!
Sinopsis, análisis y reflexión:
Cuando te sientas frente a una pantalla de cine, normalmente, sabes más o menos, cuál es el argumento de la película que vas a ver. No obstante, en ocasiones, y una vez finalizada la proyección, lo que es un acto de cultura y a la vez de ocio para el espectador se convierte por arte de magia en una reflexión profunda.
Este es el caso de Dallas Buyers Club, lo último de Jean Marc Vallée. El argumento se basa en la vida real de Ron Woodroof, un cowboy de rodeo texano al que en 1986 le diagnostican SIDA. El personaje convive sin saberlo con el VIH, por lo que cuando le detectan la presencia del virus, la enfermedad ya está muy avanzada; de hecho, su esperanza de vida es de tan sólo un mes.
Sin duda, cabe reseñar el papel principal, interpretado por Matthew McConaughey, que no sólo le ha valido, entre otros galardones, un premio Óscar al mejor actor, sino que te permite conocer, a través de su actuación, la estigmatización, el rechazo social y sobre todo el desconocimiento existente sobre la enfermedad hace casi 30 años.
En este sentido, cabe recordar como en los inicios, el contagio por VIH se vinculaba a las relaciones homosexuales. La exclusión social del colectivo fue entonces mayor de lo que ya lo era, hasta que finalmente se comprobó que el virus ataca por igual a todos los seres humanos, sin exclusión de razas, colores o condiciones sexuales.
Precisamente McConaughey encarna a una de esas personas que estigmatizan al diferente, que piensan que el SIDA es “cosa de maricones” y que lleva una vida desordenada y aparentemente promiscua sin importarle las consecuencias.
Desgraciadamente la cruda realidad le mostrará que los estereotipos son simplemente ideas preconcebidas, equivocadas y que te llevan a la más absoluta ignorancia. Dallas Buyers Club es un fiel reflejo del Mito de la Caverna de Platón, del ascenso desde la ignorancia hasta el conocimiento. Un proceso largo, doloroso pero a la vez gratificante.
El uso del condón no estaba entonces extendido entre la comunidad homosexual, ya que se pensaba que se trataba tan sólo de un método anticonceptivo. Pese a que el SIDA sirvió de elemento de estigmatización, poco a poco, los expertos descubren que la enfermedad nada tiene que ver con la condición sexual, sino con unas prácticas de riesgo.
Precisamente Ron Woodroof vivirá en sus propias carnes, el tormento de saber que su estilo de vida promiscuo y sin protección le ha llevado a padecer una dolencia, de la que en aquel entonces, poco o nada se sabía. Numerosas escenas nos demuestran el calvario que muchas personas vivieron entonces: el rechazo de familia y amigos, la exclusión social, y la falta de los cuidados y tratamiento adecuado para afrontar los síntomas del VIH.
Precisamente, otro de los puntos fuertes de la película es la batalla burocrática, e incluso legal, que emprende Woordoof, para lograr unos fármacos adecuados, una investigación en condiciones. Sin duda esta “guerra” refleja una cualidad básica, inherente a todo ser humano: su lucha por la supervivencia.
La trama sirve además para denunciar, por un lado, la carencia de estudios sobre una enfermedad nueva; mientras que por otro se abre “la caja de Pandora” de un tema controvertido: los intereses económicos de las farmacéuticas y, por ende, de las Agencias de Medicamentos.
Son precisamente estas instituciones, las que emprenden su particular “guerra” contra Woordoof puesto que para sobrevivir, y para que otros muchos lo hagan, no duda en establecer un negocio de contrabando de medicamentos alternativos, que aparentemente obtienen resultados, aunque en ese momento no están aprobados en Estados Unidos.
La Doctora Eve, Jennifer Garner, encarna ese punto intermedio entre lo que es la enfermedad y el factor humano. El personaje representa el puente entre el tratamiento profesional que se requiere en una enfermedad de este tipo, y el cuidado personal, igualmente importante.
Como digo, en la película podemos comprobar cómo personas de todo tipo (jóvenes, mayores, gays, heterosexuales, transexuales…) padecen esta dolencia, antes y ahora. Precisamente, es en el hospital (un escenario muy recurrente en toda la trama) donde hará su aparición estelar otro de los personajes sin los que Dallas Buyers Club no sería lo mismo, Jared Leto, o lo que es lo mismo Rayon.
Nos encontramos ante la interpretación de un papel tierno, diferente, con miedos y que afronta su enfermedad desde el desenfado y la toxicomanía. Leto no sólo perdió catorce kilos para meterse en el papel de Rayon (que también le valió un Óscar) sino que con su interpretación, que puede calificarse de soberbia, consigue llevarnos hasta el límite: nos acerca a una realidad, en muchas ocasiones invisible, pero sobre todo, impregna de dramatismo una trama en la que será McConaughey quien introduzca píldoras de humor.
Son los propios personajes, estigmatizados por la sociedad, los que acabarán dando una lección de valentía, lucha, e incluso sacrificio en pro de los derechos de las personas que padecen o conviven con el VIH. Finalmente, y como ha ocurrido en multitud de ocasiones en la historia, serán ellos (un grupo supuestamente pequeño y reducido) los que abrirán los ojos al resto del mundo.
Al final de la película, y pese a la dureza de la misma, te das cuenta de que una vez más “los buenos han ganado la batalla”. Pese a todo, los millones de vidas robadas por el SIDA nos deben hacer reflexionar, para recordar que “la guerra continúa”.
*El tráiler nos acerca a un drama contado de una forma magistral y majestuosamente interpretado por el elenco de actores.
Cristian Delgado Alves
@crisda9delgado