Todos tenemos un amigo o amiga al que acudimos cuando estamos mal. El primer número que marcamos cuando nos pasa algo desagradable o cuando queremos contarle algo bueno, el que nos dice «vente que te invito una caña» cuando quiere subirnos el ánimo, el o la que nos saca de fiesta para alegrarnos el día.
El o la que nos da un abrazo apretado. Ese amigo o esa amiga que representa todo lo bueno. Pues ese amigo era Samuel. Tal como lo describen sus amigas y amigos, Samuel era ese tipo de persona, el chico cariñoso, generoso y gracioso.
Samuel era técnico de enfermería y trabajaba en una residencia de mayores donde sus compañeros lo recuerdan con el mismo amor, celebrando su alegría, su entrega y compromiso con ancianas y ancianos. Llevaba 4 años trabajando ahí, había vivido lo más duro de las pandemia y su devastador paso por las residencias.
Samuel era un chico de 24 años que jamás debió ver terminado su vida de esa manera. Una vida que acaba de manera abrupta por el odio irrefrenable y la ignorancia de uno y varios desconocidos.
El viernes, cuando España estaba teñida por los colores de la bandera arcoíris en las celebraciones del Orgullo, Samuel salió de fiesta con sus amigos Lina, Andrea y Diego. Estaban en el pub Andén, del paseo marítimo, cuando Lina y Samuel salieron para hacer una vídeollamada a Vanesa, la novia de Lina, que no había podido acompañarlos esa noche.
En ese momento pasaron por ahí un chico y una chica, y el chico les gritó que dejara de grabarles. Lina y Samuel le dijeron que era una vídeollamada. Incluso Vanesa, al otro lado del teléfono, corroboró esa versión. «O paras de grabar o te mato, maricón», insistió el asesino homófobo.
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¿Maricón de qué?, dijo Samuel. Y en ese momento un puñetazo fue directo a su cara. «El vídeo se bloqueó, pero el audio seguía sonando y no sabía qué era exactamente lo que estaba ocurriendo. Sólo escuchaba los golpes y a Lina gritar: ‘¡déjalo, es mi amigo, por favor, déjalo!'», añade Vanesa. Lina apunta que «la chica que estaba con el chico intentó separarlos en un primer momento, pero cuando yo me metí me espetó: ‘aparta que no pintas nada aquí'». En ese momento apareció otro joven que intercedió para intentar que el agresor dejara de golpear a Samuel: «Estábamos al lado de la discoteca, había gente cerca. Un chico negro se metió para ayudar a Samuel y logró separarlos. Gracias a él no siguió pegándole. No le he vuelto a ver y quisiera que sepa que todos los amigos de Samu estamos enormemente agradecidos por su gesto valiente».
Samuel estaba herido pero consciente, le pidió a Lina que buscara su móvil que se cayó cuando el energúmeno le había pegado, Lina fue a buscar el móvil, sin sospechar que el agresor había ido a buscar a otros 12 asesinos como él, que llegaron corriendo a rematar a Samuel, que no pudo escapar de ese linchamiento.
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«Vi a lo lejos que una multitud de gente se movía a gran velocidad y salí corriendo hacia ahí. Escuché que alguien gritaba ‘¡maricón de mierda!’ Cuando llegué me encontré a Samuel en el suelo inconsciente, ellos ya no estaban, lo habían dejado allí tirado y se habían escapado corriendo. A Samu le dio tiempo a cruzar la calle tratando de protegerse. Pero cuando lo vi supe que no iba a salir adelante». Y no pudo. La madrugada del sábado 3 de julio Samuel falleció.
Samuel y sus amigos jamás pensaron que podría sucederle algo así. Samuel era gay y siempre había contado con el apoyo de su familia, amigos, compañeros de trabajo.
¿No os parece que a veces vivimos en una burbuja? Yo como lesbiana, con mis muchas amigas lesbianas y amigos gays, mi familia y sus familias ya sensibilizadas con nuestra existencia y nuestros derechos.
¿Pero afuera que hay? ¿No os pasa cuando veis el telediario o leéis la prensa que no os podéis creer que una parte del mundo sea tan diferente a nuestra burbuja? Que haya una intolerancia incomprensible, un odio desmesurado por algo tan simple como una orientación sexual? Que a una persona el hecho de que yo elija como compañera de vida y de cama a una mujer le provoca tanto odio que no dude en quitarme la vida?
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Sí, parece que vivimos en una burbuja, sobre todo al ver un vídeo que en pleno Orgullo se ha difundido en las redes sociales, donde 4 jóvenes que seguramente no sean mayores de edad tienen la siguiente conversación: «¿Qué es mejor? ¿La vacuna al cáncer de mama o a los gays?» La homosexualidad, dice otro de ellos, «es una enfermedad que se está globalizando demasiado». «Ahora, por ser hetero, por no tener la enfermedad, eres un apestado», responde su amigo. «Los gays, a los campos de concentración», concluye otro.