Tengo 49 años y soy madre de una niña de 12 años y otra de 9. Me divorcié hace seis años del padre de mis hijas y tengo pareja estable desde hace tres años. Él vive con nosotras. Y sus dos hijos, una chica y un chico de 11 y 5 años, pasan en nuestra casa dos semanas al mes. El resto lo pasan con su madre.
Somos una familia peculiar, pero con un fuerte lazo de cariño y respeto entre todos. Mis hijas y sus hijos han tenido que aceptar un padrastro, una madrastra y nuevos hermanos. Y aunque al comienzo fue un poco difícil ajustarse, ahora estamos todos bien compenetrados.
Lee también: Estudio confirma que los padres tardan años en aceptar la homosexualidad de sus hijos
Y cuento esto porque quiero que imaginéis la escena. Era sábado y los hijos de mi pareja estaban con nosotros. También mis padres y la madre y el hermano de mi novio. Era un completo porque celebrábamos con una comida el cumpleaños de mi hija menor.
Mi hija mayor estaba contando una anécdota del cole, y menciona a uno de sus mejores amigos, y comenta que ahora tiene novio. Mi padre le dice: «¿cómo que novio? novia querrás decir».
Mi hija sigue: «no, novio. Tiene novio. En mi clase hay dos gays y somos tres lesbianas«.
Nos quedamos de piedra. Mirando todos fijamente.
Lee también: Palabras de mamá: mi hijo gay, mi hijo trans y mi hija lesbiana
Mi madre comentó: «lesbiana no creo cariño, además eso no lo puedes saber ahora que eres tan pequeña, esas son cosas de mayores».
Mi hija prosiguió: «o sea que si me gustara un chico pensaríais que es normal que me guste pero si me gusta una chica soy muy pequeña y no tengo claro nada, ¿no?
La hija de mi pareja intervino, algo no muy propio de ella, que es más tímida. «Si eres lesbiana a mi me parece muy guay».
Mi niña le sonrió.
Yo soy una persona muy abierta, con amigos LGTB, pero en ese momento todo me pilló de sorpresa. No había nada que me hiciera plantearme antes la homosexualidad de mi hija, me di cuenta que siempre había dado por sentado su heterosexualidad.
También me di cuenta que sentí miedo, miedo a que la rechazaran o la acosaran por ser tan abierta, mi primer impulso fue decirle que vale, que guay, pero que lo mantuviera en secreto. Menos mal que no lo dije, no quiero ser ese tipo de madre.
Lee también: Madre denuncia a un colegio por humillar a su hija lesbiana
Solo me salió decir: Bueno pues este año nos toca ir entonces al Orgullo, ¿no?
Mi niña me dedicó la sonrisa más grande y a la vez aliviada. Supongo que hasta cierto punto temía mi reacción.
La salida del armario de mi hija fue un movimiento para toda la familia. Nos remeció a todo y creo que nos hizo mejores personas. A mi me hizo enfrentar mis miedos y prejuicios e intentar ser la mejor mamá posible. Vi a mi pareja recomendando a mi hija grupos con cantantes lesbianas como Goldfrapp.
Pero, sobre todo, lo que me conmovió, fue mi madre. Un par de días después envió un whatsapp a mi hija que me puso los ojos llorosos. «Mi vida, yo es que ya estoy vieja y a veces digo cosas de vieja. Pero tu yayo y yo te amamos seas lo que seas, nada cambia para nosotros y también nos sumamos al orgullo gay».
¿Se puede ser más lindos?
Texto de: Almudena R.
La imagen que ilustra el artículo no es de las protagonistas de esta historia, es de otra maravillosa madre que apoya a su hija