La increíble historia que unió al colectivo LGTB y al minero

Los que hayáis visto la recientemente estrenada película Pride sabréis de qué trata este artículo.

La película se basa en un inesperado hecho real acontecido en la Gran Bretaña de Thatcher. Su guión es tan emotivo y sorprendente que casi parece una historia de ficción, y es que hablamos de una Gran Bretaña en que todavía Pits-and-Pervertsreligiosos y conservadores apuntaban que el Sida, en plena horrorosa e incierta expansión, era un castigo divino a los homosexuales. Una época en que el país se había negado a despenalizar la homosexualidad hasta 1967, tras un caldeado debate en el que, irónicamente, Thatcher había sido uno de los pocos parlamentarios del Partido Conservador en votar “sí”. La Dama de Hierro, usaría, sin embargo, años después a sus medios de comunicación afines, como el periódico The Sun, para tildar al colectivo LGTB de «pervertidos» responsables de la existencia del letal virus (incluso, como afirma el entonces director de dicho periódico, Thatcher barajaba la posibilidad de popularizar la idea de crear campos de concentración para internar a gays y lesbianas). Desgraciadamente, la presencia de la enfermedad tiñe la historia y da un giro al destino de sus protagonistas, como pasa en la hermosa película de Gia, sin necesidad de que la Dama de Hierro llevara a cabo su macabra idea.

En la misma época, multitud de pueblos mineros británicos estaban siendo amenazados, en 1984, por los planes de su gobernadora de cerrar 20 pozos mineros, haciendo desaparecer la fuente de ingresos de 20.000 personas, y de pueblos enteros, con el proyecto de dirigir al país hacia una economía basada en los servicios. El hasta entonces poderoso sindicato minero, la National Union of Mineworkers, promovió una huelga indefinida, que llegó a durar un año y trajo consigo duros enfrentamientos con la policía e incluso muertes violentas. Thatcher contraatacó con toda su artillería e incautó todos los fondos del sindicato excusando impago de multas, algo que obligó al colectivo minero a pedir aportaciones privadas.

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Aquí aparece en escena el fascinante Mark Ashton (foto superior; derecha, Mark Ashton; izquierda Ben Schnetzer, quien interpreta a Mark en la película, a la izquierda), un inteligente y comprometido irlandés de 23 años, residente en Londres, y perteneciente a la Young Communist League, que se decidió a fundar la Lesbians and Gays Support the Miners (LGSM), una organización destinada a recaudar fondos para los mineros en huelga. Su premisa era: “No puedes ser gay y pensar sólo en lo que les ocurre a los gais”.

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La organización comenzó a interactuar con los mineros, viajando en repetidas LGSMocasiones hasta sus pueblos para visitarlos (imagen de la izquierda, LGSM junto al pueblo de Dulais Valley). La iniciativa rápidamente adquirió popularidad y abundante recaudación. Tanto, que The Sun, arremetió con un titular directo a la yugular: “Los pervertidos apoyan a los mineros”. Como sabiamente ha hecho tantas veces el colectivo LGTB, LGSM logró, apropiándose del insulto, dar bombo y platillo a su causa con un nuevo eslogan: «Pits and Perverts» (“Pozos mineros y pervertidos”) que utilizaron para promocionar un concierto benéfico celebrado el 10 de diciembre de 1984, con Bronski Beat como cabezas de cartel. Incluso aunque las entradas ofrecían un descuento especial a los parados sin derecho a subsidio, la iniciativa rebasó todos sus objetivos. 0d3afa6d8ecde4b0dc77897365d69297

Pero nada pudo acabar con los planes de la despiadada Margaret Thatcher. Las minas se cerraron. El paro y la pobreza se cebaron con el pueblo. Sin embargo, en julio de 1985, el Orgullo Gay en Londres fue encabezado por cientos de mineros que acudieron a apoyar a sus amigos de LGSM, algo nunca antes visto en la lucha del colectivo.

Ashton siguió dedicando su vida a diversas causas sociales, pero falleció repentinamente a causa del Sida, diagnosticado 12 días antes, a la edad de tan sólo 26 años. Sus amigos de Communards le dedicaron For a Friend, una canción que llegó al número 26 en las listas británicas.

Una historia real deliciosa, conmovedora y dolorosa, que no te puedes perder.

Foto inferior: Habitantes del pueblo minero de Dulais apoyadas en una de las furgonetas que financió LGSM para su causa.

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