Manuel (44), Bud (44) Álvaro (4) y Carmen (3) son una familia excepcional. Su historia de amor y paternidad parece sacada de una película. Visibilizan su amor a través de sus exitosas redes sociales y proyectos. Hoy nos cuentan su historia.
Por María Jesús Méndez
Era una noche de febrero, el mes del amor, hace ocho años. Manuel Santos, de Valencia, visitaba a un amigo en Madrid. Bailaban en el concurrido bar de Chueca Why not?, cuando Manuel vio a un americano pelirrojo bajar la escalera. «Este guiri es para mí», pensó.
El flechazo fue recíproco, o al menos eso parecía por las miradas que intercambiaron casi toda la noche. «Ya casi a punto de irnos, y con la excusa de ir al baño, pasé por su lado, comenzamos a hablar y nos dimos unos besos. Yo le dije de ir a mi hotel, pero él me dijo que trabajaba al día siguiente, que me daba el teléfono y que se iba a dormir. Solo».
Al día siguiente quedaron a tomar un gin tonic. Se contaron la vida y surgió algo especial. Tenían la química a favor y el tiempo en contra: Manuel regresaba al día siguiente a Valencia, y en unos días Bud, como llaman a Gordon, a Estados Unidos. Esa noche fue especial, la primera que durmieron juntos.
«Ya desayunados y con las maletas en el coche me preguntó con su acento americano si quería ser su novio y que si podía venir a Valencia a visitarme. Yo no quería una relación a distancia, ya había decidido ser padre soltero y empezaba a investigar las posibilidades que existían para ello. Pero con ese acento, pues le tuve que decir que sí, pero poniéndole dos condiciones: que tenía que plantearse venir a vivir a Valencia en un plazo máximo de seis meses y que yo quería formar una familia antes de los 40».
Manuel y Bud se casaron en 2012, y en agosto de 2013, a través de la gestación subrogada (GS), nació Álvaro. La felicidad era completa, sobre todo cuando un año después esperaban a su hija, Carmen. Pero la vida les tenía preparada la prueba más grande de todas, una que los pondría en el ojo de todos los medios de comunicación y cambiaría la historia de un país.
Oveja Rosa: Álvaro y Carmen nacieron en países diferentes, ¿no?
Manuel y Bud: Es muy frustrante y muy triste ver, y que te hagan ver, que por ser hombre y homosexual no puedes formar una familia en tu país y que tienes que ir fuera e hipotecar tu vida y tu futuro por querer formar una familia, que es algo que está en nuestra naturaleza, en nuestra condición de seres humanos. Estuvimos viendo posibilidades y en Estados Unidos era un proceso muy caro de años de ahorros. Una pareja catalana nos habló del proceso en India.
Lo primero que hicimos fue asegurarnos de que se respetaran todas las partes y el proceso fuera legal.
La gestante que se ofreció para ayudarnos estaba casada y tenía un hijo. Eso nos dio seguridad y decidimos viajar a Hyderabad para conocerla a ella y a los médicos de la clínica personalmente. La donante de óvulos era anónima.
Pero a los pocos meses de nacer Álvaro, el gobierno cerró la oportunidad de acceder a la GS a extranjeros, así que empezamos a mirar alternativas. Conocimos parejas que hablaban maravillas de Bangkok y su sistema médico, así que contactamos con una clínica muy conocida y decidimos dar el paso.
O.R.: ¿Qué fue lo que pasó cuando nació Carmen?
MyB: Conocimos a la gestante y a la donante de óvulos. Al igual que en la India, la gestante estaba casada, trabajaba en la empresa de su marido y tenía una hija adolescente.
Nos quedamos embarazados de una niña y al sexto mes hubo un golpe de estado en Tailandia y las comunicaciones con la clínica empezaron a fallar. Hubo dos escándalos con la GS. Una pareja heterosexual australiana abandonó un bebé con síndrome de Down, y un japonés soltero heterosexual tuvo 15 hijos con diferentes gestantes violando la ley vigente en ese momento. Así que en pleno golpe de estado, los militares cerraron las clínicas debido a los escándalos. Imagínate la angustia de no saber qué pasaba allí y de si nuestra gestante estaba bien.
En diciembre pudimos comunicarnos. Carmen nació el 17 de enero del 2015. Allí estábamos todos, nuestra familia y la de la gestante. Todos felices. Haciéndonos fotos. La gestante abrazando a Álvaro. Álvaro completamente enamorado de Carmen. A los dos días dieron el alta a ambas. Nos despedimos de ella y de su familia, nos llevamos a nuestra hija y quedamos en vernos una semana después en la Embajada de Estados Unidos para firmar el papeleo para el pasaporte. Pero ella no apareció, quería quedarse con la niña.
O.R.: Sin duda una situación muy angustiante.
MyB: No hay palabras para contarte la pesadilla que vivimos. Ella fue a la televisión más vista del país para contar que los gais no podíamos criar hijos, que éramos traficantes de humanos y que tenía documentos probando que teníamos muchas mujeres gestando hijos para luego venderlos.
Bud, Álvaro, Carmen y yo en un piso de 50 metros que habíamos alquilado, una ciudad que no conocíamos y sin hablar el idioma. Y una mujer con la que habíamos tenido una relación estupenda hasta ese momento acusándonos en televisión de cosas horribles. Teníamos pánico hasta de bajar al supermercado por si alguien nos pegaba o nos quitaban a nuestra hija.
La situación económica de la gestante era mejor que la nuestra y contrató buenos abogados. Ella estaba en todo su derecho de cambiar de opinión, por supuesto, y nosotros en todo el nuestro a luchar por nuestra hija.
Fueron 17 meses de juicio, 17 meses atrapados. Diecisiete meses pidiendo dinero para pagar una firma internacional de abogados, a los que aún debemos mucho dinero, que nos defendiera.
O.R.: Tuvisteis mucho apoyo de los medios de comunicación. ¿Qué significó para vosotros esta exposición?
MyB: Creamos una campaña en redes sociales. En pocas semanas teníamos 100.000 seguidores en Facebook. Recibimos mucho apoyo y una respuesta muy positiva de los tailandeses, que fue lo que más nos sorprendió. Publicábamos cada día fotos de nuestra familia para que se viera que éramos una familia normal y que dos hombres podían criar y educar hijos con total normalidad. Tailandia es un país que no acepta el matrimonio homosexual, pero la gente empezó a solidarizarse con nosotros y en pocas semanas todo el país estaba de nuestra parte. Nos mandaban regalos, pañales, juguetes, nos ofrecían apartamentos, viajes, lugares discretos donde ir a descansar de la ciudad. Nos empezaron a llamar de todos los programas de televisión, periódicos, revistas. Carmen se convirtió en la niña más famosa del país. Mientras, el juicio seguía su curso. Se descubrió que la gestante tenía antecedentes policiales, que tenía medio en situación de abandono a su hija adolescente (que la acusaba abiertamente en su Facebook de eso mismo) y muchas cosas más. Hasta su marido testificó diciendo toda la verdad, lo cual nos beneficiaba a nosotros, porque su empresa empezó a tener pérdidas por la mala fama de su mujer.
Nos visitaron para evaluarnos, tanto a nosotros como a ella, psicólogos del gobierno, asistentes sociales, médicos, la junta militar, etcétera. Llegamos a Tailandia el 13 de enero del 2015. A finales de abril del 2016, cinco jueces de la corte familiar dictaron sentencia a nuestro favor. No he llorado más en mi vida.
O.R.: Un momento histórico en Tailandia. ¿Cómo repercutió en sus leyes?
MyB: Ahora mismo nos quedamos con que nuestra historia cambió la mentalidad de un país, y desde entonces ya hay proyectos de ley para legalizar el matrimonio homosexual y hemos colaborado en muchos estudios y tesis doctorales de abogados y jueces del país. La nuestra fue una sentencia pionera en Tailandia, la prensa la calificó hasta de poética por el modo en que declaraba y constataba que nosotros, dos hombres casados en España, éramos sobradamente capaces de hacer felices a nuestros hijos.
O.R.: Contadnos del proyecto de Two Gay Papas. ¿Por qué surgió y cómo ha ido?
MyB: @bringcarmenhome ya no tenía sentido una vez llegamos a España, así que todas las redes sociales las cambiamos a @twogaypapas. A día de hoy tenemos unos 180.000 seguidores. La visibilidad es nuestra mejor arma para que mucha gente que no tiene cerca familias LGTB vea que somos una familia normal y corriente.
Como @twogaypapas hemos colaborado con la cadena americana ABC para la promoción de When we rise, también con la marca de cereales Cheerios y con algunas empresas españolas promocionando sus productos.
Hace unos meses, ante la falta de canciones infantiles para nuestras familias, sacamos un disco llamado Nursery Rhymes for LGBT families. En él podemos encontrar las típicas canciones como 5 little monkeys o Finger Family pero adaptadas a dos papás o dos mamás.
O.R.¿Cómo es un día normal en vuestro hogar?
MyB: Pues como el de cualquier familia. Vivimos en un pueblo a las afueras de Valencia, así que a las 7 estamos todos en pie para llevar a daddy (Bud) al tren de las 8 para que vaya a Valencia a trabajar. Tuvimos que vender nuestro segundo coche para conseguir efectivo durante el juicio. Yo llevo a Carmen a la guarde y a Álvaro al cole del pueblo. Voy al trabajo y vuelvo para comer con ellos. Hoy, por ejemplo, tenemos lentejas que hice anoche cuando se durmieron. Carmen engulle lo que le pongas, Álvaro protesta pero se las come. Duermen la siesta y yo trabajo. A las 19 llega daddy y vamos a jugar al parque del barrio con los vecinitos hasta las 20. Ducha, cena y a las 21.30 los tenemos durmiendo. Recogemos la casa, hago la cena, la comida del día siguiente y nos ponemos en el sillón a cenar viendo una serie, nos miramos agotados y si a Bud se le ocurre tocarme yo le suelto lo del dolor de cabeza. Y a veces cuela. Todo muy normal como ves.
Álvaro es el único niño con dos papás en el colegio y no hemos tenido ningún problema. Sus compañeros nos conocen porque hemos ido a hacer talleres y a contar cuentos a la clase y ya lo ven de lo más normal. Quedamos mucho fuera del colegio para cumpleaños, o para que jueguen en el parque y solemos organizar actividades los fines de semana en casa de unos y otros.
Bud les habla en inglés, yo en español y en el cole, valenciano. Tenemos dos gallinas que nos dan dos huevos diarios. Un pequeño huerto que los niños riegan y cuidan. Nos encanta salir en bici, ver Peppa Pig con ellos, llevarlos a cuentacuentos, a musicales, a ferias. Viajamos a Florida a ver a sus abuelos y tíos una vez al año y les he inculcado amor por las ofertas de Gap cuando estamos por allí. ¿Qué más se puede pedir?
Esta entrevista fue portada de nuestro número 6 de Oveja Rosa en papel.