Estudios sobre homoparentalidad

Muchos de nuestros lectores creerán que este artículo es innecesario: es ya evidente que una familia monomarental u homoparental es igual de sana que una heteroparental.

Sin embargo, conversaciones al respecto siguen existiendo a día de hoy a pie de calle. Seguramente en más de una familia, este tema se ha vuelto a comentar durante una cena o comida navideña y han vuelto a darse opiniones opuestas. Disputas baldías si no se tratan con datos empíricos; siempre se pondrán por delante los prejuicios, el miedo a lo desconocido o la famosa frase de “no es natural”.

Es por ello,por lo que consideramos que la existencia de este artículo en Oveja Rosa es necesaria. Queremos exponer cómo la ciencia ratifica que todas las configuraciones familiares alternativas son igual de maravillosas que la más común si su soporte es el amor.

Evidencias científicas sobre familias de padres y madres homosexuales

Hace casi cuatro décadas que la homosexualidad dejó de considerarse una enfermedad mental dentro del mundo oficial de la psicoterapia y la psiquiatría, ya que todos y cada uno de los innumerables estudios al respecto habían confirmado que no hay diferencias de ninguna clase entre heterosexuales y homosexuales más allá de la orientación sexual. Una simple regla de tres nos lleva a pensar que, en consecuencia, tanto homosexuales como heterosexuales pueden ser buenos padres.

Los diferentes estudios, (Thompson 1971, Boss 2004, y un largo etcétera) demuestran que padres y madres homosexuales generan apegos seguros y ejercen autoridad en los hijos con la misma efectividad que los padres heterosexuales.

Susan Golombock es la científica que más estudios acumula en torno al tema que nos ocupa. Uno de los estudios más grandes que existen sobre familias homoparentales fue dirigido por ella (2003), con 14.000 madres heterosexuales, lesbianas y madres solteras, a través de cuestionarios y entrevistas aplicadas a madres, hijos y profesores.
Se concluyó que los hijos de madres lesbianas y madres solteras homorosexuales, demuestran el mismo desarrollo y ajuste social que los hijos de madres heterosexuales.

De sus décadas de investigación, la investigadora resumió sus resultados en una frase:

“Sea cual sea la forma de una familia, la calidad de las relaciones que se den en ella es mucho más importante que su estructura.”

Algunos de sus estudios han tenido incluso resultados más positivos para las parejas homosexuales. Para Tasker y Golombock (1997) el síndrome de alienación parental, estado de culpa que experimenta el niño cuando los padres divorciados se pelean por su afecto, se da menos en hijos de familias homoparentales. También en 1997 estos mismos autores arrojaron un dato curioso en uno de sus estudios: los hijos de familias homoparentales eran más empáticos (tendían a proteger a otros niños indefensos más que los de familias heterosexuales)

Otros autores han encontrado también datos positivos: Bigner (1989) afirmó, tras estudiar a 33 parejas de ambas características, que los homosexuales utilizaban más el reforzamiento positivo, (premio ante la conducta correcta) que el reforzamiento negativo (castigo ante conducta equivocada). Existe evidencia empírica de que el reforzamiento positivo es más efectivo a largo plazo e influye positivamente sobre la motivación en el niño.

Queremos a continuación ir desmontando los argumentos que tan difícil nos han puesto la lucha por equiparar derechos:

“Los hijos de familias homoparentales tendrán orientaciones sexuales y de género confusas u homosexuales.”

Esta suposición no se basa en dato alguno. Pero es inmensamente utilizada, casi la más utilizada, entre los ciudadanos y políticos que se oponen a equiparar derechos entre ambos tipos de familia. La famosa frase de que un niño necesita un “referente masculino y un referente femenino” sigue siendo un argumento de ataque común, que no sólo afecta a las parejas homosexuales, sino también a los padres solteros de todas las orientaciones.

Susan Golombock también realizó diversos estudios e investigaciones longitudinales desde 1983 hasta 1996 sobre este tema, confirmando que no hay diferencia alguna en torno a orientación sexual, género ni rol de género entre hijos de familias homosexuales e hijos de familias heterosexuales. Existe el mismo porcentaje de homosexuales, heterosexuales, bisexuales y transexuales entre ambas poblaciones.

Estudios de otros autores confirman los mismos datos: no hay variación alguna entre elección de juguetes, rol de género u orientación sexual. (Green, 1978; Mandel, Hotvedt, Gray & Smith, 1986; Smith & Roy, 1981).

“Los hombres gays son mas pedófilos, por lo que no deberían tener hijos.”

Por muy loca que resulte esta frase, muchas personas, evidentemente homófobas, justifican la necesidad de prohibir las familias homoparentales, en este caso de hombres, con el retorcido argumento de que estos tienen tendencias pedófilas.

Ni falta hace desmentir este dato, no hay dato empírico que lo sustente, pero si oís este comentario en algún lugar, os recomendamos que les habléis de la investigación de Finkelhor & Russell (1984), que demuestra que la gran mayoría de los abusos sexuales en menores son por parte de hombres heterosexuales que, en su gran mayoría, son parientes cercanos a la víctima.

“Les van a discriminar en la escuela.”

Tasker & Golombock estudiaron el efecto del bullying en hijos de familias homoparentales en comparación con las heteroparentales. Concluyeron que no había diferencia significativa entre ambas poblaciones: ambos recibían bullying por infinidad de razones. La influencia de este acoso sobre su psique a largo plazo no aumentaba tanto en función de que los niños pertenecieran a una u otra estructura familiar, sino de que tuvieran una correcta educación en asertividad y un apoyo familiar suficiente y efectivo.

Con este artículo te invitamos a que hagas uso de estos y otros datos empíricos si en algún momento de tu vida te toca defender tus derechos y no permitir que tu familia, presente o futura, sea cuestionada.

Rocío Carballo. Psicoterapeuta.

www.rociocarballo.es

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