Alicia Ramos es mucha Alicia por lo que describirla en pocas palabras resulta complicado. Esta canaria, transexual y lesbiana no se considera una activista LGTB al uso, pero lleva años luchando por construir un mundo mejor empleando las artes que domina: la simpatía, la espontaneidad y la música.
La música forma parte de su vida desde los nueve años. A sus espaldas lleva infinidad de conciertos, la colaboración en el documental El viaje de Carla, con su tema Y las flores y acaba de lanzar, autofinanciado, su primer trabajo discográfico bajo el nombre Ganas de Quemar Cosas.
En Ganas de Quemar Cosas, donde reúne sus mejores canciones de estilo country y rock, Alicia levanta su guitarra para manifestarse contra las desigualdades y las injusticias, conectándonos con realidades del día a día, mediante una perspicaz crítica social unas veces en clave de humor ácido y otras con inteligente ironía.
Oveja Rosa: ¿Qué cosas quiere quemar Alicia?
Alicia Ramos: Demasiadas, pero principalmente la ignorancia, la indiferencia, la deslealtad, la inercia y el patriarcado.
O.R.: Como cantautora, ¿se vive o se sobrevive?
A.R.: Sin duda alguna se sobrevive, pero lo tengo muy claro: prefiero sobrevivir haciendo lo que me gusta a sobrevivir, creyendo que vivo, haciendo lo que no me gusta.
O.R.: Tus canciones cuentan historias y hacen un retrato de la sociedad sin tapujos. ¿Qué te estimula a la hora de componer?
A.R.: Hay temas que necesitan ser cantados o, al menos, yo necesito cantarlos. Están sucediendo demasiados acontecimientos importantes con una tremenda carga simbólica. Y yo me pregunto «¿Qué puedo hacer?». Canto sobre el hecho mismo en sí o busco elementos representativos que hablen de ello, de la humanidad, del futuro… Cuentas una historia o narras otra que, sin saber por qué, le haga a la gente pensar en esta. Es complicado, es un ejercicio permanente. Pero es importante realizarlo porque al final del día te encuentras a solas contigo y tienes que poder mirarte a la cara, contarte lo que has hecho y decirte «Ahí has estado bien, Alicia». La vida es esa y no te puedes engañar a ti misma.
O.R.: ¿Hay algo o alguien que te frene a la hora de componer o decir las cosas?
A.R.: Hay que tener mucho cuidado de no ser cursi, de no caer en lugares comunes, de no recrearte en el dolor… Me gustan las canciones de líneas claras. Incluyo el humor, que al principio era una forma de exagerar las situaciones para mostrar su lado absurdo, pero a estas alturas se ha convertido en una forma de sobrevivir. Tengo un humor muy canario.
Es complicado que me frenen. Sé que mi propuesta artística y musical es todo lo contrario de lo que se pretende, pero yo soy la única propietaria de Alicia Ramos, hago y digo lo que quiero. Tengo el control de lo que estoy haciendo. Elijo estar al pie de las trincheras, donde suceden las cosas porque quiero vivirlas en primera persona, soy una privilegiada porque estoy donde quiero estar.
O.R.: ¿Recuerdas el día en el que dejaste atrás los miedos y decidiste dar el paso definitivo para ser tú misma? ¿Ahora resulta más fácil?
A.R.: Fue un proceso muy largo, una consecuencia inevitable. Siempre he creído que hay que vivir. Hay gente que no vive porque tiene miedo: miedo de ser ellos mismos, incluso miedo a ser felices. Las cosas han cambiado mucho en los últimos años. Yo no conseguí mi primer libro sobre transexualidad hasta los 26, y era pésimo. No tenía ni idea de qué era eso. Ni entiendes lo que te pasa ni tienes información para saber qué te sucede. Lo único que tenía claro es que yo un niño no era. Ahora, por suerte, encuentras información más fácilmente. Adquirimos la conciencia de nuestra propia identidad sexual al mismo tiempo que el resto de las personas, sin embargo, a nosotras se nos cuestiona y a los demás no.
Colaboro con la asociación Chrysallis y en sus encuentros estatales aprecias que las familias son las verdaderas luchadoras del día a día. Es allí donde me sale decirles a ellos: «GRACIAS, porque yo no tuve una infancia». Yo todo esto me lo comí con papas estando más preocupada de que nadie se enterara nunca de que por lo que estaba dejando de vivir. Opino que no es tan difícil educar, sólo hay que partir de la base de que la sociedad es diversa y plural; comprender que, en ocasiones, la configuración genital no determina la identidad sexual de las personas. Si se asume eso en el día a día, ya se tiene la mitad del camino ganado y se abre una puerta para que la gente piense de otra manera. Si queremos una sociedad realmente igualitaria, hay que modificar muchas cosas que no se cambian con leyes ni con campañas publicitarias: se transforman con una voluntad real de la formación social profunda.
O.R.: Si hay una palabra que te define es luchadora. Pero ¿te consideras también una mujer activista, reivindicativa y valiente?
A.R.: No me considero activista, me gustaría merecer ese nombre. En ocasiones me dan un premio y salgo en la foto, pero detrás hay un montón de gente luchando de verdad. Yo ayudo, arrimo el hombro, aporto lo que sé hacer: cantar. Pero son muchas las personas que con su voluntad, su esfuerzo y su ilusión consiguen ganar las batallas. Pero hay que tener clara una idea: la mejor forma de defender los derechos es ejercerlos; es más, la mejor manera de conseguirlos es vivir como si ya existieran.
Respecto a ser valiente, para ser valiente primero has tenido que sentir miedo y haberlo superado, si no, serías temeraria.
O.R.: ¿Tu condición sexual ha supuesto algún impedimento en tu carrera como artista? ¿Lo reflejas en tus canciones?
A.R.: Nunca me ha supuesto un problema ni ser transexual ni ser lesbiana. De hecho, mis problemas han tenido más que ver con el hecho de ser mujer. En mi caso, he encontrado más machismo que transfobia o lesbofobia. Llegar a una actuación y que consideren que por el hecho de ser una mujer no sé ni dónde enchufar los cables de la guitarra. El machismo está muy arraigado, aunque debo reconocer que, hasta ahora, siempre me han tratado muy bien.
Mis canciones no hablan de transexualidad porque, conscientemente, he decidido vivir en un futuro donde ser transexual es algo tan intranscendente como si eres morena, rubia, alta o delgada. Quiero ser coherente con mi forma de pensar y tratar la transexualidad con esa naturalidad.
O.R.: Un lema o un principio por el que te riges, algo a lo que nunca renunciarías.
A.R.: Dormir todo lo que pueda (risas). No, ahora en serio. Hay una frase de Salvador Allende que dice: «Vale la pena morir por aquello sin lo cual no vale la pena vivir». Yo creo en todo lo que hago, me entrego. Si quieres que la vida te dé algo, dale tú algo primero. Hay que ser generosa con la vida, no puedes ser tacaña con tu propia vida ni con tus sueños.
O.R.: ¿Qué propósitos o apuestas tienes de futuro?
A.R.: Tengo varias ideas en mente. Estoy planeado sacar un disco con canciones de Alice Bouquet, a quien considero mi alter ego, pero es un proyecto complejo, ya que además quiero combinarlo con un libro de recetas, así que llevará su tiempo. Otro proyecto más inminente es reactivar mi banda Brútiful y, por supuesto, seguir con mis conciertos.
Ganas de Quemar Cosas puede comprarse en La Fídula y Librería Mujeres.