2005. Se aprueba el matrimonio igualitario en el Congreso. 6 años después, es el Tribunal Constitucional el que, ante las numerosas movilizaciones de los partidos y las personas más conservadoras, sentencia que es inconstitucional prohibir a dos personas casarse, independientemente de su sexo. El PP recurre la sentencia sin éxito -pero sorprendentemente uno de sus diputados recurre a la ley años después para casarse con su novio-.
Este es el escenario donde las protagonistas de esta noticia comienzan su andadura hacia el matrimonio. Estas mujeres lesbianas llegaron al Registro Civil de Granada, su tierra, para oficializar su amor. ¿Y qué se encontraron? Que en los papeles a rellenar del Registro aun figuran los términos Nombre del novio y Nombre de la novia.
Movieron cielo y tierra para dar un pequeño pasito adelante en la visibilización y normalización de su circunstancia. Llegaron hasta Jemi Sánchez, la concejala de Derechos Sociales del Consistorio del Ayuntamiento de Granada. La petición era rotunda: «Creemos que una ciudad como Granada debe ser pionera en este tema, y si lo hacemos cambiando pequeños gestos, lo seremos».
Y así fue. El Consistorio escuchó su necesidad y se la hizo llegar a la Justicia. En consecuencia el magistrado encargado del Registro Civil de Granada, Santiago Ibáñez Molinero, editó el texto, en pro de «la integración y visibilidad de toda la ciudadanía»: «Por el presente escrito damos contestación a su comunicación (…) en relación con el texto de los documentos informativos entregados en este Registro Civil relativos a los requisitos para el matrimonio. ( … ) Se nos instaba a la modificación de tales documentos (…) con el fin de lograr la integración y visibilidad de toda la ciudadanía. En particular se apuntaba a las referencias al ‘novio y la novia’ (…) Agradecemos dichas indicaciones y les comunicarnos que ya se ha procedido a la rectificación».
Un aplauso a estas mujeres por contribuir con su granito de arena. Otro para el consistorio y la justicia. Ahora somos un poquito más libres.