He tenido la suerte de enamorarme dos veces y ser correspondida, de formar una familia en ambas ocasiones. Esta historia es muy especial, ha necesitado de amor y madurez para sacarla adelante.
Silvia y yo empezamos nuestra relación cuando yo tenía 25 y ella 23. Éramos un gran equipo, dedicamos los dos primeros años a salir mucho, viajar por varios países, y el tercero nos casamos, y al cuarto año de relación nos fuimos a la clínica IVI y tuvimos la suerte de que me embaracé en la primera inseminación artificial con semen de donante.
Así nació nuestro príncipe azul Hugo, la revolución en todos los sentidos. Recuerdo que hasta sus primeros 3 años estuvimos los 3 muy felices y compenetrados, tanto que incluso nos planteábamos otro bebé. Pero Silvia comenzó a estar extraña, más distante, y por respeto al amor que nos teníamos, decidió sincerarse conmigo y confesarme que ya no se sentía enamorada de mi y que la vida familiar tradicional no es lo que ella deseaba para su futuro.
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Fue muy difícil, intenté arreglarlo pero realmente no había forma. Intentamos hacer la ruptura lo más civilizada posible para que Hugo no sufriera. Vendimos nuestra casa y buscamos pisos cercanos para que cada una rehiciera su vida sin sacrificar los espacios de Hugo.
Aceptar que nuestra familia se rompía fue lo más difícil, pero aceptar que podíamos querernos y cuidarnos de otra manera fue lo que me ayudó a sanar.
Después de Silvia tuve otras historias, pero no fue hasta los 37 años, que conocí a Irene, que me enamoré otra vez. Ya mucho más madura la relación fue distinta. El amor es importante, pero encajar y compartir valores con una persona me parece fundamental.
Raquel tenía ganas de tener hijos y Hugo y ella se adoraban. Nos fuimos a IVI y expusimos nuestro caso. Raquel quería embarazarse y yo quería que el bebé y Hugo compartieran genética. La solución era perfecta, el método ROPA, ella embarazándose de mi óvulo.
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Comencé un proceso hormonal y me sacaron los óvulos que se fecundaron con semen de donante. De ahí salieron cuatro embriones de buena calidad. Raquel se embarazó con el primero, nuestro hijo Teo, que ya tiene 10 meses.
No queríamos esperar tanto, por la edad y porque no queremos que tengan tanta diferencia , así que yo estoy embarazada de 15 semanas con otro de nuestros embriones, esta vez una niña.
Silvia y yo nos queremos como dos buenas amigas. Ella e Irene se tienen también mucho cariño y respeto. Hugo, para estar cerca de Teo, se queda en casa de lunes a jueves y los fines de semana se va con su otra mamá.
Los cumpleaños y alguna Navidad la hemos celebrado todos juntos, Silvia, su novia, Irene, yo, los niños. Me siento afortunada de haber podido formar dos familias llenas de amor y que ese amor nos permita hoy en día ser como una gran y diversa familia.