Dos jugadores del Olimpique de Marsella que se preparan para salir al campo. Dimitri Payet, ni corto ni perezoso, celebra el momento y carga pilas plantándole un beso al sorprendido Bouna Sarr, que se percata de la cámara y mira a su compañero con cara de susto.
Este momento tan legendario dice mucho con muy poco. Es un gesto cariñoso, un gesto divertido, que de repente en la cara de Bouna se torna en un susto legendario porque está siendo grabado para la posteridad, y quién sabe para qué red social.
Por qué un momento tan tierno y tan tonto se ha hecho tan viral. Pues bien sabemos por qué.
Porque en el mundo del fútbol toda homosexualidad masculina es tabú. Aunque sea en tono de gesto cariñoso -aunque verdaderamente no sabemos si estas dos personas tienen algo más intimo, para qué negarlo-.
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Es por eso que se ha convertido en todo un ejemplo de visibilidad. Porque contamos con los dedos de una oreja las escenas de visibilidad gay en el fútbol y tenemos que exprimirlos, propagarlos y celeblarlos.
Hace poco asistimos a una portada legendaria, realizada por el waterpolista español estrella Víctor Gutierrez, abiertamente gay, y Carlos Peralta, ambos jugadores profesionales. Ambos se daban un beso en la portada del suplemento semanal de El mundo, en plena semana del Orgullo LGBT. Un ejercicio de visibilidad que por insignificante que parezca está cambiando el mundo del deporte de élite.
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