Nadie nace aprendido y cuando se trata de nuestros hijos, en el afán de protegerles y hacerlo lo mejor posible, es habitual que cometamos algunos errores. He aquí unos de los más comunes que todas y todos tendemos a realizar. Por algo somos primerizos…
- Abrigarle demasiado. Aunque los bebés tienden a enfriarse hay que procurar no abrigarles en exceso porque también tienden a sudar enseguida y además corren el riesgo de muerte súbita. Los primeros días hay que cubrirle la cabeza con un gorrito y vestirle con un body o un pijama ligero.
- Bañarle todos los días. Al nacer están recubiertos por un manto graso que les protege y que se destruye con el baño diario. Los pediatras recomiendan un baño completo sólo tres o cuatro días por semana. El resto de los días es suficiente con limpiarles bien con una esponja suave.
- Raparle la cabeza. Existe la creencia de que el pelo nacerá más fuerte después, sin embargo, eso no es cierto. Lo que puede suceder es o bien que el pelo le deje de crecer durante un tiempo o bien que siga creciendo igual. Además, al quitarle el pelo la cabeza se enfría más rápidamente y eso no les conviene.
- Intentar que la casa esté en silencio mientras duerme. Los bebés deben acostumbrarse a los ruidos cotidianos, especialmente durante el día, de lo contrario, cuando vaya creciendo, le será más difícil habituarse a los ruidos y cualquier mínimo sonido fuera de lo habitual le angustiará. Además, así empiezan a diferenciar también las siestas durante el día del sueño de las noches.
- No dejar que otras personas le cojan. Es un error muy común que surge por el miedo a que puedan contagiarle alguna enfermedad. Sin embargo, es algo a lo que debemos acostumbrarnos para que no reclame más tarde sólo los brazos de mamá y también hay que tener claro que alguien que se encuentre mal no tomaría a un niño en brazos.
- Obsesionarse con la esterilización. Aunque la higiene es fundamental, no debemos obsesionarnos con esterilizar todos y cada uno de los objetos que vaya a tocar el bebé. Deben estar siempre limpios, eso sí, pero debemos tener en cuenta que también hay determinadas bacterias que ayudan a desarrollar las propias defensas del niño.
- Dejarle llorar. Cuando van siendo más mayores puede que los niños empleen el llanto para manipularnos, pero en sus primeros meses de vida hay que consolarles siempre que lo hagan y averiguar qué es lo que necesitan pues es su única manera de reclamarnos y comunicarse con nosotras.
Seguro que hay muchos más errores que cometemos, aunque ninguno es de gran importancia. Un nuevo miembro ha llegado a la casa y el hecho de que requiera de toda nuestra atención y cuidados nos va a suponer un gran esfuerzo no sólo emocional sino también físico. Habrá días en que se te venga la casa encima y creas que no puedes con todo. Eso es completamente normal. Además, no estás sola: es cosa de dos y hasta de tres o de cuatro o de cinco… No temas pedir ayuda a la familia, eso no te hace ni mejor ni peor madre, simplemente humana.