El tiempo que pasamos con nuestros hijos no tiene precio. La sociedad nos hace creer que necesitamos muchas cosas, yo sin embargo opino que necesitamos tiempo, tiempo para criar, para alimentar la conexión con nuestros niños y permanecer en contacto con ellos.
Cuando nace un bebé nos ocupamos de comprar todo lo necesario para criarle. Realmente es lo que nos han querido vender como necesario y que ciertamente no lo es. Un bebé recién nacido necesita bien poco: mucha teta, muchos brazos, mucho piel con piel y muy poquitas cosas más. Sin embargo, compramos cuna, carrito, bañera, andador, cambiador, interfono, humidificador, muchos productos para el baño, ropa por si nace demasiado grande, ropa por si nace demasiado pequeño… El niño todavía no ha nacido y los padres ya pensamos que para tener un hijo necesitamos mucho dinero. Pues bien, no es cierto. Para tener un hijo necesitamos tiempo, mucho tiempo. Muy pocos pueden permitirse una reducción de la jornada laboral o pedir una excedencia. Esta ya es una decisión personal.
En España la baja de maternidad dura sólo 16 semanas, transcurrido este tiempo muchos bebés deben ir a la guardería, la lactancia materna disminuye o incluso desaparece y nuestros hijos se crían en manos de cuidadores que casi siempre tienen demasiados niños que atender.
¿Cómo sacar tiempo cuando se tiene poco tiempo? La mayoría de los niños cuando cumplen 3 años ya están escolarizados. A sus actividades escolares solemos agregarles otras más. Queremos que aprendan inglés, que jueguen al fútbol, clases de natación y fiestas de cumpleaños. ¿Qué tiempo nos queda para disfrutar tranquilamente de nuestros pequeños?
Los adultos vivimos deprisa y arrastramos a los niños con nosotros. Los niños crecen y el tiempo pasa. En muchos casos el día a día de las familias es un no parar. Salimos temprano de nuestras casas, volvemos tarde y toca el baño, la cena, preparar la ropa del día siguiente…No estamos enseñando a nuestros hijos a saborear con calma cada momento y nosotros nos estamos perdiendo su infancia sin apenas darnos cuenta.
Con este artículo sólo quiero invitar a la reflexión. He pensado muchas veces que un día miraremos atrás y no nos hará felices el dinero que hayamos ganado ni los bienes que tengamos. Nos hará realmente felices pensar que criamos a nuestros hijos con calma y disponibilidad.
Cuando no tengamos tiempo podemos plantearnos el tiempo de calidad. Dedicar momentos únicos y especiales a conversar con nuestros hijos, pasear con ellos, jugar, crear. Estar juntos en casa muchas veces no equivale a estar juntos realmente. ¿Cómo es el tiempo que compartes? Quizás, cuando mis hijos y vuestros hijos crezcan, no les hará felices saber que tuvieron ropa cara y muchos juguetes, es más, ni siquiera se acordarán de eso. Porque cuando mis hijos y vuestros hijos crezcan recordarán el calor de vuestros brazos, los juegos compartidos, el olor de vuestra piel, los cuentos en la cama y el tiempo que hayamos pasado con ellos.