La creación de la propia familia, ese derecho de todxs, cuando se es hombre homosexual y VIH positivo, puede ser ardua tarea. Sin embargo, la capacidad reproductiva no es diferente de los heterosexuales ni el ser varón seropositivo implica, en general, mayores problemas reproductivos, excepción hecha de algunos casos de enfermedad muy avanzada o con calidad del semen muy comprometida por efecto secundario del tratamiento contra el virus (tratamiento antirretroviral).
Las técnicas reproductivas para tener un hijo propio no varían por tratarse de hombres gais VIH positivo e incluyen la gestación subrogada y la paternidad/maternidad compartida (coparentalidad planificada). Técnicas a las que habrá que asociar una seria de medidas para evitar la transmisión del virus a la mujer y al futuro hijo: el lavado del semen y el tratamiento antirretroviral
Hay un hecho fundamental en este proceso: los espermatozoides no presentan receptores para el virus del VIH, es decir, son inmunes a la infección. No así otras células presentes en el líquido del eyaculado que si son susceptibles de infectarse e infectar.
Por esto hay que “lavar” el semen, para separar espermatozoides del resto de células y del líquido seminal. Existen diversos sistemas para lograrlo, que son muy eficientes.
Tras la separación practicada con el lavado, se aplica una técnica (llamada de PCR) para confirmar si persiste o no el virus en el semen. Si la PCR es negativa los espermatozoides se pueden usar y se procede a la inseminación intrauterina o a la fecundación in vitro. Si la PCR es positiva (8% de los casos) se desechará y será preciso repetir todo el proceso en otra muestra seminal.
El tratamiento antirretroviral va dirigido a eliminar el virus y puede lograr una carga viral (número de virus) de cero, haciendo que sea indetectable en los análisis de sangre. Pese a eso el hombre puede seguir liberando el VIH a través del eyaculado. Sigue, pues, existiendo riesgo de transmisión, que será más alto cuanto mayor sea la carga viral. Esto hace preciso plantear formas seguras de concebir. Las posibilidades son:
- Donación de semen de hombre seronegativo, cuando el seminograma es anormal.
- Inseminación intrauterina tras lavado de esperma. Cuando se introduce en el interior del útero esperma libre de carga viral (tras comprobación por PCR) la tasa de seroconversión, tanto en la mujer como en el feto, es de 0%.
- Fecundación in vitro clásica: semen lavado y capacitado se pone en contacto con un óvulo, en el laboratorio, para que se produzca la fecundación.
- Fecundación in vitro con inyección intracitoplasmática de espermatozoides, también conocida como ICSI por sus siglas en inglés (Intra Cytoplasmic Sperm Injection). Es actualmente la técnica más usada por sus claras virtudes.
- Consiste en fecundar un óvulo mediante la inyección directa, con una fina aguja, de un espermatozoide que se introduce en el interior de la célula.
- Precisa sólo un espermatozoide por óvulo, mientras que en una fecundación in vitro clásica, sin ICSI, son necesarios entre 50.000 y 100.000 espermatozoides.
- Es una técnica segura, usándose no sólo en VIH, sino también en otras enfermedades virales crónicas como en la hepatitis B o la hepatitis C.
- Aporta además una serie de ventajas:
- Mínima cantidad de secreciones prostáticas y seminales, que son las que podrían ser infecciosas.
- Una misma muestra de semen puede usarse en futuros ciclos de fecundación, tras ser congelada, sabiendo que está libre de virus (PCR negativa).
- No es necesario conseguir un gran número de espermatozoides para alcanzar la fecundación, a diferencia de la inseminación intrauterina.
- El número de fecundaciones es tres veces superior al de la inseminación intrauterina.
- El mayor porcentaje de fecundaciones exitosas reduce la exposición al esperma, minimizando, aún más, el riesgo de trasmisión del virus.
En todos los casos, el hombre debe estar en tratamiento antirretroviral, disminuyendo de este modo la carga viral y mejorando la rentabilidad de las técnicas de lavado seminal.
En cuanto a la mujer, se aconseja profilaxis pre-exposición que, simplificando, consiste en la administración de fármacos antirretrovirales, sea o no seronegativa para VIH, antes del contacto con los espermatozoides. El objetivo es mantener en 0% el riesgo de transmisión de la enfermedad para ella y el futuro hijo.
Con el asesoramiento y los cuidados médicos adecuados, ni la orientación sexual, ni el sexo, ni el ser portador de una enfermedad crónica puede suponer una restricción al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos que todas las personas tenemos en igualdad.