Si estás dentro de ese grupo al que no le entran picores sólo de pensar en casarse, seguro que te has sorprendido más de una vez imaginando ese momento en el que bien tú o tu pareja pregunta “¿Quieres casarte conmigo?”. Y sonríes, como ahora…
Aunque hoy día le llamamos “pedida de mano” a todo, en realidad hay que diferenciar entre la pedida de matrimonio y la pedida de mano. Esta última consistía tradicionalmente en una comida o cena con las familias directas (padres, hermanos y abuelos) y algún amigo íntimo, con la intención de hacer oficial la decisión de casarse y obtener el consentimiento paterno, que las familias se conocieran y poder comenzar con los preparativos de la boda.
El desarrollo de “la pedida” tenía su protocolo, tanto de actuación como en relación a la decoración de la mesa, asignación de asientos, menú o vestimenta. Es cierto que últimamente se está retomando tímidamente esa costumbre de la pedida de mano aunque con algunos matices, puesto que lo normal es que la familia ya se conozca y que nadie pida “permiso” a ningún padre para casarse, por lo que se reduce a una comida o cena con la excusa de brindar por los novios.
Lo que no deja de suponer un derroche de ilusión, nervios, y ataques de pánico es el momento de la petición de matrimonio, donde le pides a tu pareja que se case contigo porque quieres compartir el resto de tu vida a su lado.
Si te has preguntado alguna vez “¿Y cómo lo hago?”, te contaré un secreto: no existe un modelo de momento especial. Cada petición es diferente y única, igual que vuestra historia no se parece a la de nadie más, por lo que, cuando vayas a pedir a tu pareja que se case contigo, párate un momento antes de ponerte a buscar ideas en la red compulsivamente: mira algunas fotos vuestras, piensa en el camino recorrido, en sus gustos, en vuestras aficiones…
Además te recomiendo que hagas una lista (soy muy fan de las listas para todo) con todas las opciones que se te ocurran: ¿quieres que participe alguien más o prefieres la intimidad?, ¿se lo pedirás en algún sitio especial o vas a crear uno para ese momento?, ¿lo grabarás o lo dejarás sólo para vuestros recuerdos?… Sí, vale… estarás diciendo “Ay, ¡yo qué sé! ¡Deja de preguntar que estoy de los nervios!” Pero a no ser que improvises sobre la marcha, deberás tener varias cosas en cuenta para que tu otro 50% lo recuerde siempre.
No te compares con nadie porque tu película sólo tiene dos protagonistas, y sois quienes marcáis los ritmos.
Conozco a quien le dijeron “Te lo pediré cuando menos te lo esperes” y un día, estando tirados en el sofá, sacó algo de debajo del cojín y, sin moverse casi, le puso una caja con un anillo sobre el corazón. ¡Tal cual!
Otros aprovecharon una escapada romántica, unas vacaciones o una reserva en su restaurante favorito. Hay quien organizó un flashmob, o quien aprovechó un descanso del Abierto de Estados Unidos para pedírselo a su chica delante de las cámaras. También conozco a quien buscó la intimidad de la que sería su futura casa aún vacía para, con una botella de champán y un anillo prometerse envejecer juntos, porque cada pareja es un mundo, y cada momento es único. Pero ten por seguro que yendo con el corazón por delante hagas lo que hagas, será inolvidable.
Y como una imagen vale más que mil palabras, aquí puedes ver un par de vídeos que te pueden servir como inspiración.
https://www.youtube.com/watch?v=LIXTQS4kGBQ
Y a ti, ¿cómo te preguntaron “¿Quieres casarte conmigo?”?
Mac&Bell, bodas a tu estilo