El lema “Traigamos a Carmen a casa”, #BringCarmenHome, ha logrado una repercusión mayor de la que podía imaginarse.
Carmen es una preciosa niña nacida, hace 8 meses, en Tailandia mediante gestación por sustitución. Carmen, como buena ciudadana del mundo, tiene un hermano, Álvaro, nacido en India, un padre estadounidense, Bud, y otro español, Manuel. Carmen debería haber viajado con sus padres a España, a Valencia, poco después de su nacimiento. No fue así.
Patidta, la mujer que gestó a Carmen, tiene una hija adolescente y trabajaba en una empresa muy conocida del país, empresa que pertenece a su pareja, por lo que no parece tener necesidades económicas. Patidta, la mujer que gestó a Carmen, no tienen vínculo genético con la niña, que fue concebida gracias al óvulo donado por otra mujer. Patidta, la mujer que gestó a Carmen, se negó a firmar los documentos que habrían permitido la emisión del pasaporte para el regreso a casa. El motivo esgrimido para denegar la firma es que, de pronto, ha descubierto que los padres de Carmen son un matrimonio homosexual, pese a que colgó en su Facebook fotos con ellos y su propia familia. Las investigaciones posteriores apuntan, en realidad, a un deseo de la mujer de tener un hijo de ascendencia europea, una obsesión por sangre “blanca”, y la mejor vía que encontró fue esta. Patidta pasó el embarazo subiendo a las redes sociales imágenes de asiáticas con mezcla occidental.
Posiblemente nunca debió ser gestante subrogada. Posiblemente los análisis psicológicos no fueron los adecuados. Posiblemente. En todo caso, lo que la lejanía de Carmen demuestra es que la gestación subrogada ha de regularse bien. La filiación de los niños no puede quedar al albur de una gestante que cambia de idea o finge lo que no es. Ni viceversa, y aunque no es el caso, de unos padres que decidieran dejar atrás a su hija o hijo.
Judicializar en vez de regular es un camino largo que daña a todos y, en especial, al menor.
La familia, padres y hermano, aguantó junta todo lo que pudo, pero la vida y sus condicionantes obligan. Álvaro ha de volver a sus rutinas, a sus amigos y colegio; Manuel ha de seguir con el trabajo. Bud aguarda en Tailandia la celebración de un juicio que le permita regresar con su hija. Un juicio para el que han recopilado todo tipo de material con la esperanza de lograr, pronto, vivir juntos sin miedo al mañana.
La historia de Carmen ha cautivado a mucha, muchísima gente que defiende el derecho de la pequeña a estar con sus padres, los verdaderos, los reales, los padres intencionales. Porque la intencionalidad es, o debería ser, más fuerte que la biología, que la sangre, que lo elemental. Ya lo es en casi todas las técnicas de reproducción, pero con la gestación por sustitución aún hay una gran resistencia a legislar correctamente. Para estos padres el problema se agrava por la gayfobia, tan extendida allí como aquí. La ley de gestación subrogada tailandesa sólo habla de padres hombre y mujer. Ellos son dos hombres y no van a tener las cosas fáciles.
#BringCarmenHome se ha convertido en todo un fenómeno social. En la plataforma Change.org han conseguido más de 122.000 firmas en su favor. Tiene 93.000 seguidores en Facebook y sus cuentas de Twitter, Instagram, Fundly,… registran miles de visitas, miles de soplos de aliento.
En Tailandia se ha generado un movimiento espontáneo de afecto a la niña y sus padres. Han surgido asociaciones de voluntarios y 130.000 firmas se entregaban, hace unos días, al Ministerio de Asuntos Sociales tailandés en defensa de esta familia.
Carmen, su historia, ha dado la vuelta al mundo. Ha sido narrada por El Corriere Della Sera, The Guardian, Las Provincias, CNN, Levante, El Mundo, ABC News, Journal Montreal, rosario3.com, News Lite, Reports Afrique, Daily Mail, Watoday, Wise, CNN México, Le Point.fr,…
Carmen, ajena al revuelo, continúa sonriendo, feliz, en los brazos de su padre, posando entre peluches, soñando.
Todo esto, esta movilización, este enorme apoyo, prueba una cosa: la sociedad en su conjunto, no sólo la europea, ha evolucionado más allá de unos modelos caducos. De leyes caducas. La sociedad, las personas, han entendido el problema y han dictado sentencia. Carmen debe venir a España, a Valencia, con su familia. Ojalá eso sea, en breve, una realidad.
Carmen, vuelve a casa. Te esperamos.