Alberto Córdoba y su esposo, Aaron (a quien llama el Burro), comenzaron su relación en el año 2000, en México. Como cada pareja que se conoce y se enamora, Alberto y Aaron disfrutaban juntos de viajes y de todas aquellas pequeñas cosas que tiene la cotidianidad, y que de la mano de quienes amamos se convierten en muy especiales, un paseo, una cena, ver juntos una película en el sofá.
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Como muchas otras parejas fotografiaban estos momentos, un abrazo, un beso… Pero a diferencia del resto de parejas, nunca llevaban sus carretes a revelar. En ese tiempo aún había mucha discriminación hacia el colectivo LGTB y tenían miedo de ser agredidos o rechazados con algo tan simple como sacar las fotos de la cámara y convertirlas en papel.
Tal como cuenta Alberto en sus redes: «Hace 20 años, no era fácil tomarse estas fotos y llevarlas a revelar. Así que el Burro y yo decidimos tomarnos las fotos y nunca revelarlas. Mi mamá encontró el rollo, lo reveló y encontramos esto. Sigo viendo al Burro, con los mismos ojos que lo veía en esa época. Siempre supe que estaríamos juntos para siempre. Te amo y nunca dejaré de dar las gracias por haberte conocido».
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La publicación se ha hecho viral y nos recuerda también nuestra historia. Que nada se nos ha dado gratuito, y lesbianas, gays y bisexuales hemos tenido que luchar mucho para la normalización de nuestros afectos, para que no se nos juzgue por la persona que elegimos para compartir nuestra vida. Llevamos mucho camino, pero aún nos queda tanto más por caminar…
