En el anterior artículo “Educación emocional: es hora de despertar” hablaba de aquellas personas que han decidido emprender un camino de felicidad basado en la consciencia de uno mismo y del momento presente. Que se han liberado de las imposiciones y ataduras del sistema ocupándose de aquello que pueden controlar y despreocupándose de aquello que no pueden controlar. ¿Cómo se empieza este camino?
Antes de abordar un proceso de cambio son imprescindibles dos cosas: voluntad de cambio e identificar qué es lo que quieres cambiar. Cuando conduces un coche o una motocicleta hay varios indicadores que te informan del estado del vehículo. Si falta aceite, por ejemplo, se enciende una luz. Cuando hay un problema en la batería se enciende otra luz. Si la temperatura del agua es demasiado elevada, luz. Falta de gasolina, luz. Las personas funcionamos de igual manera. Las emociones son nuestros indicadores de bienestar y malestar. Cuando los indicadores de malestar son demasiados hay que introducir cambios.
Hace unos años hice un descubrimiento que cambió mi vida, la Comunicación No Violenta. Se trata de un método de comunicación basado en la filosofía oriental desarrollado, ordenado y explicado maravillosamente por el psicólogo norteamericano Marshall Rosenberg.
Rosenberg dice que todas las personas compartimos las mismas necesidades. En función de la cultura, la educación, la genética y la personalidad de cada uno; las necesidades pueden ser más intensas en unos individuos que en otros, pero todos compartimos las mismas (puedes descargar un listado aquí). Según la Comunicación No Violenta las necesidades pueden estar cubiertas o descubiertas. Cuando nuestras necesidades están cubiertas se traducen en sentimientos agradables, y cuando están descubiertas se traducen en sentimientos desagradables.
Así, por ejemplo, si mi necesidad de alimentación está descubierta es posible que me sienta nervioso, ansioso, irritable… O si has discutido y en un momento tu interlocutor te ha llamado idiota, es posible que tus necesidades de conexión, respeto y afecto con esa persona se hayan descubierto y que esto se haya traducido en una serie de sentimientos desagradables como la tristeza o el enfado.
Las personas tendemos a creer que son nuestros pensamientos los que determinan nuestros sentimientos y emociones, o que estos aparecen de forma inexplicable. La Comunicación No Violenta trata de ir más allá y desvincula los pensamientos de los sentimientos, asociándolos directamente a las necesidades. ¿Por qué? Muy sencillo. Nuestra mente es parcial y subjetiva, no percibimos la realidad tal cual es, si no tal cual somos. No somos objetivos, interpretamos consciente e inconscientemente todo lo que nos rodea. Nuestra interpretación puede parecer veraz, pero no es absoluta. A menudo nos intenta sabotear dado que está íntimamente ligada a nuestros miedos e inseguridades y, por lo tanto, pierde fiabilidad. Sin embargo, cuando eres capaz de asociar a cada sentimiento desagradable que tienes una necesidad descubierta resulta mucho más sencillo abordar estrategias para volver a cubrir esa necesidad y que aparezcan de nuevo los sentimientos agradables. Esto se traduce en felicidad. Una felicidad que no depende del exterior, sino que depende estrictamente de aquello que puedes controlar, de aquello que haces para satisfacer tus necesidades. Es la felicidad de la persona que ha despertado.
César Cidraque Llovet
Descubre Proyecto Acope en http://proyectoacope.wordpress.com/
Síguenos en Twitter: @ProyectoAcope