El pasado de activista lesbiana de la primera dama de Nueva York

El personaje que revoluciona Nueva York se llama Chirlane McCray y tiene seis años más que su esposo, el electo alcalde progresista de Nueva York, Bill de Blasio (52), al que conoció en 1991 mientras escribía discursos para el demócrata David Dinkins en el Ayuntamiento de Nueva York. Entonces ella vestía prendas africanas, lucía un pendiente en la nariz y se definía a menudo como lesbiana. Un extremo que no arredró al joven De Blasio, que intentó conquistarla por todos los medios pese a los desencuentros iniciales y pese a sus maniobras de disuasión.

«Yo salí del armario con apenas 17 años», decía recientemente Chirlane durante una entrevista. «Entonces no había estado con ningún hombre y me extrañó aquella atracción. Pero no pensé que estuvieran empezando a gustarme los hombres. Era más bien que me atraía Bill, siempre me pareció la persona perfecta para mí».

A Chirlane no le importa que le recuerden sus años como lesbiana militante. Pero no soporta las insinuaciones sobre posibles relaciones extramatrimoniales ni los chistes sobre su sexualidad. El New York Post publicó hace unos meses una tira cómica que retrataba a su esposo en la cama con un sostén y unos ligueros. Una imagen que suscitó un fuerte rechazo entre sus rivales y entre sus aliados, que criticaron al tabloide por ignorar los problemas de la ciudad.

Y sin embargo, la esposa del alcalde nunca ha despejado del todo las incógnitas que planean sobre su orientación sexual. «Soy algo más que una etiqueta», decía Chirlane hace unos meses en la revista Essence. «Las etiquetas meten a las personas en cajas y las cajas son como ataúdes. Encontrar a la persona correcta es tan difícil que a menudo aparece alguien con el que estás cómodo y no te importa su sexo. Estoy casada y soy monógama. Pero no estoy muerta y Bill tampoco lo está».

Chirlane se crió en una ciudad al oeste de Massachusetts. Su madre trabajaba en una fábrica y su padre ejercía como oficinista en una base militar. Los McCray eran los únicos negros del vecindario y su hija sufrió episodios recurrentes de racismo durante su niñez.

A menudo los niños la perseguían o le preguntaban si su piel era así de negra porque no se había frotado lo suficiente. Sus problemas no mejoraron cuando su familia se mudó al suburbio acomodado de Longmeadow, en cuyo instituto se graduó con buenas calificaciones y en cuya revista escolar denunció su discriminación.

«Recuerdo que Chirlane era la única afroamericana de la escuela», decía recientemente su profesor de español Michael McCarthy.«Fue muy valiente al defenderse de los ataques con su inteligenciay con su talento para escribir».

«Lo terrible es que los profesores no hacían nada para acabar con el racismo», decía hace unos meses la esposa del alcalde, que unos años después escribiría unos versos que definen su ostracismo durante aquellos años: «He pasado mi vida como una niña negra. Una niña negra sin apenas pelo y con los labios grandes y el culo gordo. Siempre pensé que cualquier poema que escribiera me saldría tan feo como yo».

Chirlane empezó a sacudirse los problemas de la adolescencia durante sus años en el Wellesley College. Allí empezó a escribir versos y tuvo su primera experiencia homosexual en el colegio mayor.

Fue entonces cuando entró en contacto con el Combahee River Collective: un grupo de lesbianas afroamericanas que ganó cierta fama en los años 70 y que elaboró un manifiesto contra la discriminación. «Sabíamos que aquello era revolucionario», decía hace unos meses la esposa del alcalde, que en 1979 publicó un artículo en el que desvelaba su homosexualidad.

No todas las amigas lesbianas de Chirlane aceptaron su relación heterosexual con Bill. Pero el amor fue venciendo todos los obstáculos y ambos contrajeron matrimonio en una ceremonia con sabor africano que se celebró en 1994 en Prospect Park.

El alcalde nunca ha ocultado la influencia de su esposa en sus decisiones y acaba de nombrarla responsable de una ONG municipal donde dirigirá el trabajo de ocho personas y gestionará un presupuesto que en 2012 rozó los 37 millones de dólares (27 millones de euros).

La mujer del alcalde ha anunciado que le gustaría promover el bienestar de los niños sin recursos y de los inmigrantes y que aspira a ser una primera dama similar a Hillary Clinton. Ella y su esposo han anunciado que se mudarán a la mansión del alcalde y dejarán su casa en el barrio intelectual de Park Slope.

Chirlane no cobrará un solo centavo del erario público como responsable de la ONG del Ayuntamiento neoyorquino. Pero su esposo ya ha anunciado que nadie tendrá más influencia en sus decisiones que su mujer.

Texto Eduardo Suárez.
El Mundo

 

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