Depresión postparto

Según multitud de estudios, entre un 8% y un 20% de las mujeres que dan a luz, sufren depresión postparto. A continuación desarrollaremos los tres principales factores que inciden en la emergencia y mantenimiento de esta afectación:

El cambio

Un embarazo es una de esas circunstancias de la vida que marcan un antes y un después. No sólo la experiencia de crear y traer a un niño a este mundo, también el cambio que supone de ahora en adelante tener a este nuevo ser a tu cargo, lo convierte en un acontecimiento determinante para cualquier mujer. Todos los cambios tan significativos suponen una crisis. Y crisis no es más que un cambio, o mutación importante, como dice la RAE, que genera un momento de inestabilidad e incertidumbre. La inestabilidad, la incertidumbre, no son estados bien tolerados por el ser humano, que constantemente necesita mantener su equilibrio, su estabilidad, su sensación de estar seguro, de que todo está bajo control.

Es mucho más común de lo que se piensa, tener una crisis de ansiedad o una depresión tras una mudanza, un cambio de trabajo, un cambio en la pareja, etcétera. Más todavía en un cambio tan potente como el de tener un hijo. Adaptarse a una nueva realidad, reestructurarse la vida, es difícil. Y a veces nuestra mente y nuestro cuerpo se sienten sobrepasados por la circunstancia, saturados… Así que enferman. Y la depresión es una de sus manifestaciones.

La única manera de vencer a un cambio es viviéndolo. Nuestro aliado principal: el paso del tiempo. Nuestra mejor estrategia; la confianza en que todo puede salir bien.

Las hormonas

Hay personas más propensas a los cambios hormonales que otras. En los casos, por ejemplo, de híper o hipotiroidismo, las alteraciones hormonales que provoca la tiroides pueden producir estados depresivos o nerviosos. Lo mismo pasa con ciertos medicamentos o en el caso de la menstruación de algunas mujeres. En cuanto al embarazo, los cambios hormonales existen sin lugar a dudas, aunque se expresen sintomáticamente de forma diferente de una mujer a otra, de tal manera que podemos tras el parto sentirnos de una u otra manera y no saber exactamente qué pasa.

Por ejemplo, las embarazas producen cien veces más que el resto de la población la hormona liberadora de corticotropina o CRH, reguladora de la respuesta de ansiedad o miedo. Sin embargo, tras el parto, el organismo vuelve al mismo nivel en sangre de CRH. Este descenso brusco en la cantidad de hormona está directamente relacionado con la depresión posparto, como demuestra un estudio de la Universidad de California (Archives of General Psychiatry). Actualmente se esta investigando sobre el uso de esta hormona tanto para el tratamiento de la depresión posparto como para el tratamiento del trastorno de ansiedad.

Si intuyes que tu estado de ánimo se está viendo afectado por el cambio hormonal que has sufrido, no te preocupes porque es cuestión de tiempo: deja que tu propio cuerpo recupere su homeostasis.

Las expectativas

Otro factor que influye muchísimo en que se produzca este tipo de alteración tras el parto es la expectativa que tiene la madre de todo el proceso. Antes de tener un hijo, incluso aunque ya hayamos tenido otros, tenemos imágenes, ideas, fantasías, de lo que será estar embarazada, de cómo será el niño, nos lo imaginamos mil veces, parecido a nosotras o nuestra pareja, más o menos guapo. Crearemos, sin darnos cuenta, un ideal de la experiencia. En definitiva, generaremos una expectativa. La expectativa, como su propio nombre indica, nos hace esperar algo. Algo específico. Y obviamente ese algo nunca se va a cumplir, porque la realidad siempre sigue su propio curso y siempre es inesperada e imperfecta, de tal manera que se generará frustración. Se hará una brecha entre nuestra idea de las cosas y las cosas en realidad.

Es posible que nos sintamos mucho menos ilusionadas de lo que esperábamos al tener al niño, o mucho más impotentes, asustadas, ajenas, de lo que hubiéramos podido imaginar. Esto es normal e inevitable, lo que estamos viviendo es nuevo y por lo tanto incierto, nos genera muchas sensaciones buenas y únicas, y muchas sensaciones negativas también.

Muchas mujeres han pasado mucho tiempo de su vida pensando, lo que es natural, en el momento de ser madres. Idealizándolo. Necesitándolo incluso. Si cuando llega el momento, no sienten todas esas miles de cosas maravillosas que esperaban, la frustración, la extrañeza, les puede hacer caer en una depresión.

Este factor, el de las expectativas no cumplidas, produce muchos procesos depresivos o ansiosos.

Mi consejo es que te dejes llevar por la experiencia, y asumas tus emociones tanto buenas como malas, tanto hacia la vivencia como hacia el niño. Que intentes no tener ninguna idea escuchada o inventada sobre cómo te tienes que sentir en el embarazo y después de él, e intentes simplemente estar lo más tranquila y positiva posible.

 

Rocío Carballo. Psicoterapeuta.

www.rociocarballo.com

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