El juez Waldemar Cláudio de Carvalho, de un tribunal de la Justicia Federal de Brasilia, acaba de autorizar a los psicólogos brasileños para que puedan ofrecer, a partir de ahora, terapias de reversión sexual a sus pacientes. Dichas prácticas estaban prohibidas en el país por el Consejo Federal de Psicología desde 1999.
El juez pide al Consejo que interprete sus normas de modo que los psicólogos puedan «promover estudios o atención profesional de forma reservada, referentes a la (re)orientación sexual, garantizándoles la plena libertad científica acerca de la materia, sin ninguna censura o necesidad de permiso previo«.
Las organizaciones en defensa de los derechos LGTB no han tardado en manifestarse en contra de esta decisión, recordando que hace casi 30 años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades.
Las redes sociales se inundaron de hashtags como #Tratesusprejuicios y #LaHomofobiaesunaenfermedad.
El propio Consejo Federal de Psicología reaccionó criticando el «retroceso inmenso» que supone, en pleno XXI, tener que reafirmar que la homosexualidad no es una enfermedad ni una perversión. «La psicología brasileña no será instrumento de promoción del sufrimiento, la intolerancia y la exclusión», afirmó en un comunicado, al tiempo que convocaba a todos los profesionales del país a las manifestaciones organizadas en los próximos días para condenar la decisión judicial.
Para psicólogos y especialistas legitimar el discurso de que existe una ‘cura gay’ supone abonar aún más el sustrato homófobo que hace que Brasil sea uno de los países que más homosexuales mata en el mundo. El año pasado al menos 340 personas fueron asesinadas en el país tropical por motivación homófoba, según la Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales (ILGA).
En Brasil las parejas del mismo sexo pueden casarse gracias a una decisión judicial de 2013, no debido a ninguna iniciativa legislativa. Durante el Gobierno de la izquierdista Dilma Rousseff (2011-2016) se intentó aprobar una ley contra la homofobia, pero todos los intentos fueron sistemáticamente tumbados por los diputados más conservadores, muchos de ellos fieles de los segmentos más radicales de las iglesias evangélicas.