Como hoy trabajo de tarde, he podido estar con Alonso cuando ha despertado. Su cara de sueño, su andar lánguido por el pasillo, su sonrisa con los ojos cerrados… eso que me pierdo todos los días, lo he tenido hoy.
Acabado el desayuno, veo que nos sobran cinco minutos.
Sentados en el sofá, miramos unos dibujos animados cuando él se ha abrazado a mí. Lo he rodeado con mis brazos y lo he estrujado. Me encanta estrujarlo contra mi pecho, sentir su cuerpo, su corazón, su respiración, y ver que, aunque ya no es tan pequeño, todavía se abandona para recibir mi cariño. Cuando he aflojado ha llegado su turno. Cada día tiene más fuerza y cada día estruja mucho mejor.
En ese momento he dicho: “aprovechemos esto Alonso, que dentro de un tiempo ya no pasará”.
¿Por qué papi?, me ha preguntado.
Pues no lo sé, pero todos, cuando llegamos a los 12-13 años empezamos a sentir que nos da vergüenza abrazar y acariciar a nuestros padres y vamos dejando de hacerlo. Y tú lo harás igual.
El me mira y niega con la cabeza. Se vuelve para abrazarme mejor y me dice “eso no me va a pasar a mí, yo siempre te voy a estrujar”.
Mi corazón se acelera al oír esto y mi cabeza se dispara.
Sé que no es verdad, sé que llegara el día en que mi niño vuele solo, cada día más horas y cada hora más lejos de mí. Es lógico, es lo que ha de pasar. Pero hoy con eso tengo suficiente. Más que suficiente.
Los cinco minutos pasan.
Mientras lo veo alejarse camino del colegio, soy consciente de lo afortunado que soy –que somos, mi marido y yo–, de lo maravilloso que es tener un hijo y sentir el amor de un hijo. Un niño nacido de nuestro amor y nuestra voluntad. Nuestro hijo.
Por la tarde, yendo al trabajo, revivo la escena matutina. De pronto recuerdo que está al caer el día del padre… bueno, sí, pero para mí todos son días del padre. Para los que nada nos ha sido fácil y hemos tenido que pelear por derechos que a otro*s se conceden sin problemas, para los que construimos las nuevas familias homoparentales, siempre es el día del padre. Mejor dicho, el día de los padres. Que ya basta de creer que niñas o niños solo puede tener un padre. Cuando unos pequeños, que no estaban destinados a nacer, nacen y lo hacen por el amor de sus padres, entonces cada hora y cada día es el día del padre. El día de los padres.
Nunca renunciéis al sueño de fundar una familia, de tener un hijo, de criar y amar y educar.
Nunca renunciéis.
Descubriréis que todos los días son días de padres.
Y verás que es la mejor forma de vivir todos tus días. Tus días como padre.
¡Feliz día a todos los padres gais!