Se llama Marina Franco, es malagueña y tiene 26 años. Su caso sentó precedente, fue pionero en Andalucía y uno de los primeros en España. Sus madres la concibieron por inseminación artificial en los ochenta, una época en la que las personas LGBT eran muy discriminadas socialmente en comparación con la actualidad. Fue la primera «niña probeta» en la Comunidad. Entonces, la madre biológica se mostró como la primera mujer que recurría a esta técnica, pero ocultó que tenía una pareja que era una también una mujer.
Ahora Marina es adulta, y por primera vez ha contado públicamente su historia: su infancia, su adolescencia y su primer amor. Lo hizo este sábado (6 de diciembre) en el Consejo LGBT del Partido Andalucista (PA). Ahora se plantea cómo ser madre con su novia. Han pasado los años y existen nuevas formas de tener descendencia.
Esta es la historia que compartió con el auditorio en primera persona.
“Mi madre me tuvo en el año 88 por inseminación artificial. El ginecólogo le dijo a mi madre que cómo iba a privar a un hijo de tener a su padre.
Nací en una familia de dos mujeres. Mis madres por miedo al rechazo, no mostraron libremente su amor ante mí. No sentí la carencia de nada, porque crecí feliz. Más tarde mis madres se separaron, y yo fui a vivir con mi madre biológica. Supongo que la separación para un hijo se vive de perspectivas parecidas tenga la situación que tenga.
Yo crecí como mis demás amigas, forraba las paredes de mi habitación con posters de chicos, tuve novio. Pero de repente me enamoré de una compañera de clase. El enamoramiento es imposible de controlar. Yo no me sentía como una chica lesbiana, sino como una chica enamorada. Al principio no me resultó cómodo que mi novia fuera mujer como yo. Estudiábamos en un colegio religioso. Ni mi madre, ni los padres de mi novia, suponían esta nueva realidad. Intuíamos que no iban a aceptarlo y lo ocultábamos.
Yo no sentí que actuaba tal y como había visto en casa. Mucha gente cree que si eres gay o lesbiana y tienes hijos, ellos actuarán de manera condicionada. Puede parecer que al ser lesbiana, y proceder de una familia de dos madres, justifique esta creencia. Pero no me he sentido de esta manera. El enamoramiento no se puede controlar. No es fácil mantener una relación de manera oculta. No se elige.
Alguna vez en el presente, he pensado en el futuro. Me he cuestionado sobre el momento de formar una nueva familia y tener descendencia. Tanto mi pareja como yo pensábamos en quedarnos embarazadas. El método más económico que planteamos fue mediante la relación sexual con un amigo gay que quiera ayudarnos sin mediar responsabilidades económicas. Mi pregunta es: ¿ese hijo se reconoce como hijo de la pareja? Y la respuesta es que en tal caso ese hijo sería adoptado de manera legal por la otra madre. Mi madre me tuvo como hija de madre soltera, ante los ojos de la ley, puesto que en el año 88 no estaba reconocido el derecho de poder tener descendencia a una pareja lésbica.
Actualmente he conocido en internet, el caso de una pareja lésbica que tienen hijos y reconocen que la ley los discrimina. Su método de reproducción consiste en la ovodonación, es decir, una mujer dona un óvulo y lo introducen junto con el esperma de un amigo donante, en una probeta. Se produce la gestación, e introducen ese óvulo en el vientre de la otra mujer. Así una de las mamás pone el ADN y la otra el cuerpo para el embarazo. Es una idea medio romántica. Legalmente se consideraría como vientre en alquiler, y no está reconocido ante la ley”.
En España la gestación subrogada no es legal. El PA ha anunciado que va a incluir en su programa la legalización de esta técnica de reproducción en Andalucía.
Fuente: Ragap