dibujo dos papas

“Lo mejor de mi familia es el amor”.

Salamanca, entre el 20 y 22 de septiembre, acogió las IX Jornadas de Familias LGTBI. Celebradas bajo el lema «Memoria y Derechos: Ni un paso atrás en diversidad», han sido organizadas por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) a través de su grupo de familias (@AreadeFamilias).

El ambiente, los temas, las complicidades y las risas han superado ampliamente mis expectativas. No es de extrañar que cada año más y más familias queramos participar.


Podría hablar sobre los temas tratados, del papel de la Universidad en el reconocimiento de la realidad familiar; de cómo nuestros menores son sujetos de derecho (lo son, ¡no lo olvidéis!!); del material disponible para el colegio de nuestras hijas e hijos o de la familia queer; de identidad parental o de la parálisis que, en materia de reproducción asistida, se padece en temas como la gestación subrogada o la maternidad lesbiana. Las ponencias fueron todas excelentes y en ellas aprendimos y desaprendimos cosas, que todo es bueno. Si la FELGTB publica los vídeos de las Jornadas, vedlos y reflexionad sobre ellos. Os enriquecerán.

Pero lo que de verdad quiero contar son tres momentos especiales y que resumen, para mí, la esencia de lo vivido.

El primero vino de la mano de Juan Andrés Teno (@jateno_). “La familia es la gran revolución de este siglo”. Cuando escuché la frase sentí la profunda verdad que encerraba. Porque la familia nunca volverá a ser lo que era.

Con la aprobación del matrimonio igualitario, en Europa comienza la cuarta etapa del Movimiento LGTBI+ que, junto a las reivindicaciones de las personas trans, se caracteriza por la familia, por los nuevos modelos familiares, hoy parte esencial de las reivindicaciones de nuestro colectivo. El mundo está lleno de diversidad familiar. Familias reconstituidas o ampliadas; familias trans y cis; homoparentales o heteroparentales; con un solo progenitor o poliamorosas; creadas por reproducción natural o método ropa o gestación subrogada; de adopción, acogida; familias comunales, numerosas; … Familias. Familias. FamiliaS. Con esa S final, grande y pletórica, que tantas ampollas levanta entre los acólitos de Vox y los feligreses de Hazte Oír.

El segundo momento sucedió cuando la sala se llenó de niñas, niños y niñes, cuando a la mesa de ponencias se sentaron, ante un auditorio expectante, los verdaderos protagonistas.

Vega, 4 años y una sonrisa constante al hablar de su familia y afirmar que era la mejor de todo el mundo.

Bruno y Mateo, 7 años de pura energía y nervio y verdades como puños. Porque, cuando se les preguntó si su familia era igual a otras familias, sin dudarlo respondieron que no. “¿Por qué no? ¿En qué se diferencian?” se les dijo. Y ellos, sin dudar respondieron con la verdad: “En la altura”. Lo dicho, ¡verdades como puños!

Martín, tiene 8 años y unos ojos increíbles. Él nos contó que está muy contento de tener un papá y un papi, que lo cuidan muy bien. Y nos habló de su viaje a Polonia. No le gustó nada. “Porque allí la gente no nos trata igual y no podía dar la mano a la vez, en la calle, a mis dos padres”. Y su cara, al contárnoslo, lo decía todo.

Acabó la mesa Nora, 10 años de pura fibra vital. “Tu familia con dos papás es mejor o peor que una familia con mamá y papá”, fue la pregunta a la que dio una rotunda respuesta. “Eso no tiene nada que ver”, dijo, en un tono que deberían escuchar los que pasan sus días pontificando sobre cómo fundar una familia y sobre el amor.

Cuando ya estábamos en la recta final, cuando desde la tribuna hablaban quienes tanto habían trabajado organizando todo, hubo otro instante singular. Otra frase. “En estos últimos años hemos logrado que las jornadas sean un espacio seguro para niñas, niños y niñes”. ¡Sí! Porque nuestros pequeños se movieron, jugaron y vivieron con toda seguridad. Con toda normalidad. Y eso me hizo desear más. Mucho más. Desear que espacio seguro sea toda la sociedad española, que no haya ningún niñe, niña o niño que sea agredido por cómo es, por cómo nació, por el tipo de familia a la que pertenece, por… por nada. Esa ha de ser nuestra próxima meta.

Con esto acababa todo…o casi. Me quedaba por vivir otro momento, más que especial, tras la clausura de las Jornadas.

La mesa final estuvo decorada con dibujos que, a lo largo de la mañana, habían hecho los peques. Al terminar, se les dijo que podían recoger su dibujo.

Mi hijo fue por el suyo y me lo trajo. Miré el folio. Me abracé a mi hijo con los ojos brillando y el corazón en la garganta. Él me abrazó y mi marido se nos unió. Emoción y pura felicidad.

En el papel se veía un dibujo y una frase.

El dibujo nos representaba a los tres.

La frase decía (dice): “Lo mejor de mi familia es el amor”.

Queda dicho.

 

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