Ahora da comienzo un increíble viaje de nueve meses. En esta nueva etapa de vuestra vida vais a experimentar muchas cosas nuevas. No sólo va a cambiar vuestro cuerpo, también vais a experimentar cambios anímicos que os pueden resultar sorprendentes al principio.
Primer trimestre:
El primer trimestre es determinante para la madre y para el niño. Es el periodo de organogénesis fetal y además, para la madre, es el periodo en el que se va a iniciar la adaptación fisiológica a este nuevo estado.
Aunque los síntomas pueden variar de una mujer a otra, uno de los primeros en aparecer cuando todavía vuestra condición de embarazadas es apenas perceptible, son las nauseas y los vómitos. Son tan frecuentes, ya que casi un 70% de las embarazadas los sufren en los primeros meses del embarazo, que se consideran parte de la fisiología normal del embarazo, aunque, de hecho, pueden llegar a ser bastante molestos. El origen no está muy claro, aunque parece que los cambios hormonales son los principales responsables de su aparición. Por un lado, parece que la gonadotropina coriónica (HCG) u hormona del embarazo podría ser la responsable ya que su elevación en sangre coincide con la aparición de estos síntomas, pero, además, la elevación del estradiol y la progesterona produce la relajación del músculo liso enlenteciendo el vaciamiento gástrico y el tránsito intestinal, lo que también puede contribuir a acentuar el cuadro. De forma característica aparece en torno a la sexta o séptima semana de embarazo, puede aumentar de intensidad en las siguientes dos o tres semanas y mejora hasta casi desaparecer hacia el final del primer trimestre.
Otro de los síntomas que aparecen precozmente es el aumento de tamaño y de sensibilidad de las mamas. . Más adelante, justo por debajo de la piel, va a ir apareciendo una red azulada de vasos sanguíneos, encargados de suministrar la sangre a las glándulas mamarias. Éstas se están preparando para la futura lactancia, y mientras el sistema glandular madura, percibiréis un aumento de la turgencia que puede resultar molesto e incluso, en ocasiones, doloroso.
Un cambio muy llamativo y que también aparece precozmente es la hiperpigmentación cutánea. Puede notarse ya en el primer trimestre pero se mantiene e incluso progresa a lo largo de todo el embarazo. La gran mayoría de las embarazadas lo padecen en mayor o menor medida. Normalmente afecta a áreas muy localizadas que sufren un progresivo aumento de coloración, un oscurecimiento, debido a diferencias en la densidad de melanocitos en la capa superficial de la piel. Las zonas donde, de forma característica, se produce esta hiperpigmentación son: la línea alba, o sea la línea media abdominal, que se oscurece y se hace visible, la piel de las areolas mamarias y la cara. El aumento de pigmentación facial se denomina cloasma o melasma. Esta es con mucho, la menos estética de todas las formas de pigmentación. Suele afectar a las mejillas, la frente, la nariz y el labio superior, aunque, en ocasiones, también se extiende a la barbilla. Para prevenir en la medida de lo posible la aparición del melasma, es muy importante evitar la exposición solar. En ocasiones también se pigmentan otras áreas como axilas, cara interna de los muslos o cuello, y también lunares y pecas pueden hacerse más visibles. El origen de esta hiperpigmentación no está del todo claro, aunque parece que los cambios hormonales que tienen lugar durante el embarazo pueden estimular la producción de melanina. Normalmente estos cambios regresan a los pocos meses del parto, aunque en ocasiones se requiere la ayuda de cosméticos despigmentantes.
Otro de los síntomas característicos del primer trimestre es el cansancio y la sensación de sueño. La intensa actividad fisiológica que tiene lugar en el organismo de la embarazada, unido a los cambios hormonales puede hacer que se alteren los patrones del sueño.
Es bastante habitual, sobre todo en las etapas iniciales del embarazo, sentir molestias pélvicas de tipo menstrual, dato que no debe alarmarnos si no va acompañado de sangrado.
Otro dato llamativo va a ser los cambios en el estado de ánimo. Es frecuente encontrarse en una situación de labilidad emocional ya que, unido a los importantes cambios hormonales que se producen en el organismo de la gestante,
Ya en el primer trimestre pueden aparecer otros síntomas como la sensación de gases, molestias gástricas y ardor e incluso una necesidad frecuente de orinar, aunque todo esto es más propio de etapas más avanzadas del embarazo.
Segundo trimestre
En este momento, ya se ha superado la fase de gran cambio inicial y la gestante ya se encuentra mejor adaptada a la nueva etapa. Además, lo habitual es que las nauseas y los vómitos hayan cedido por lo que la futura mama va a empezar a encontrarse mucho mejor. Ahora entramos en una etapa más tranquila y optimista.
Quizá, lo más evidente en este momento va a ser el aumento del tamaño del útero que, en breve, va a salir fuera de la pelvis y se va a manifestar en forma de una pequeña barriguita. Y como no, a lo largo de este trimestre va a ser cuando se empiecen a percibir los movimientos del bebé.
Los cambios físicos que van a empezar a manifestarse en esta etapa y que ya nos van a acompañar hasta el final del embarazo van a ser:
Molestias gástricas, incluso ardor de estómago, generalmente secundarios al aumento progresivo del tamaño del útero que desplaza los órganos abdominales hacia arriba.
Aumento de la frecuencia miccional, o sea, un aumento muy importante del número de veces que hay que ir a orinar, secundario al hecho de que la vejiga es desplazada y comprimida por el útero en crecimiento. No hay que sospechar infección de orina si esto no se acompaña de otros datos.
Estreñimiento. Esto es algo que sufre la gran mayoría de las embarazadas, aunque suele afectar más a las mujeres que ya lo eran antes del embarazo. Parece debido a la acción de las hormonas sobre la musculatura lisa del intestino. Además de cambios en la alimentación, se pueden utilizar determinado tipo de fibras solubles que pueden mejorar esta situación, siempre consultando previamente a nuestro médico o matrona.
Otro síntoma frecuente que afecta a una de cada cuatro embarazadas es el dolor de espalda. Es característico que aumente de intensidad a medida que avanza el embarazo. El origen está en la rectificación de la normal curvatura de la columna (denominada lordosis fisiológica) por el aumento de volumen y peso del útero.
En el embarazo es frecuente que las encías estén agrandadas, inflamadas y que sangren con frecuencia, aunque esta gingivitis secundaria al aumento de los niveles de progesterona no está necesariamente relacionada con la enfermedad periodontal.
Tercer trimestre
El tercer trimestre se caracteriza por el importante aumento de tamaño del bebé que conlleva un aumento del volumen uterino y del peso materno. Muchos de los cambios que va a notar la embarazada van a estar en relación con esto.
Los problemas gastrointestinales tienen tendencia a agravarse e incluso es bastante frecuente que debido al peso y al estreñimiento aparezcan hemorroides.
También va a acentuarse la frecuencia miccional y los problemas de espalda.
Otro problema muy típico del final del embarazo va a ser el edema (la hinchazón) de los pies y tobillos, secundario al aumento del volumen uterino que va a dificultar el retorno venoso por las extremidades inferiores.
Las mamas pueden seguir aumentando de tamaño y no es infrecuente que, al final del embarazo, comience la salida de calostro, incluso de leche.
Es normal que conforme avance el embarazo la gestante duerma peor y que se genere un cierto nivel de ansiedad ante la inminencia del parto y de la llegada del nuevo ser, lo que puede llevar de nuevo a cierta irritabilidad y labilidad emocional.
El embarazo, en resumen, es un periodo de grandes cambios para los que el organismo femenino está fisiológicamente preparado y es perfectamente capaz de asimilar.
Por Doctora María Carrera
Clínica FIV Madrid