Os queremos contar la increíble historia de esta mujer policía, porque parece de película. En muy resumidas cuentas, podríamos decir que fue despedida por lesbiana y, tras años de lucha, consiguió ser readmitida y ahora es comandante de la Policía Nacional de Colombia.
Pero Sandra Yaneth Mora Morales tiene una vida digna de ser contada, porque en ella vemos lo difícil que se nos hace al colectivo LGTBI, según nuestro lugar de nacimiento, cada uno de nuestros logros.
Sandra Mora, la mayor de cuatro hermanos creció en una familia tradicional y como toda niña tenía sueños. Ella soñaba con ser médica algún día, pero siendo aún muy pequeña esos sueños le fueron arrebatados.
A los ocho años fue secuestrada por una familia de delincuencia común y estuvo apartada de su núcleo familiar por tres años y medio.
A los 19 años inició su carrera como oficial de la Policía. En esa época ya era una mujer valiente y con ganas de salir adelante. Uno de los principales retos en la Institución fue demostrar que ella tenía la capacidad de afrontar diferentes escenarios. Fue así como se convirtió en la primera mujer instructora de escoltas en la Policía.
Las mujeres no solo tenemos capacidades de ir a cuidar los niños, sino en todos los ámbitos académicos, operativos y administrativos.
Pero en el año 2000 fue amenazada y despedida injustamente. En ese periodo de su vida se encargó de salir adelante, se preparó académicamente y creó una fundación para apoyar emprendedores. Pese a que se le cerraron muchas puertas, eso no fue impedimento. Terminó su carrera de Administración de Empresas, también estudió especializaciones en seguridad física y en temas de protección y en 2008 se casó con su mujer y tuvieron un hijo.
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Sandra ha destacado por ser defensora de la seguridad y los derechos de la sociedad, específicamente los de la comunidad LGTBI, a la cual ella pertenece. Ha tardado 12 años en ser reintegrada a la institución policial después de que fuera expulsada por su orientación sexual.
Me siento orgullosa porque sé que voy a ser la primera mujer comandante de la metropolitana. Es un profundo reto y un desafío personal e institucional.
No nos olvidemos de lo que cuesta llegar a ser una mujer de éxito en este mundo. La historia de Sandra nos hace ver, una vez más, que nuestros derechos penden de un hilo muy fino.