Según una encuesta de creación de familias en Estados Unidos, el 48% de los millennials LGTB ha decidido aumentar su familia, en contraste con el 55% de millennials no LGTB..
Una cifra bastante amplia si tomamos en cuenta que solo el 28% los mayores de 55 años LGTB tienen hijos. El 70% de los mayores no LGTB tienen hijos.
Los millennials quieren formar familias y existen menos prejuicios al respecto para llevarlo a cabo. Dos familias de madres lesbianas nos han contado su experiencia con donantes de espermas que son sus amigos.
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La primera familia es monoparental. No quiere decir su nombre real pero quiere que ene este artículo la llamemos Thelma, por su película preferida.
Thelma tiene 32 años y es mamá de una niña de 11 meses. No vive en España, y en su país las lesbianas no pueden acceder a la reproducción asistida. Thelma le preguntó a uno de sus ex compañeros de universidad si podía donarle esperma.
«El donante no era de mi grupo de amigos pero siempre nos llevamos muy bien. Yo lo veía y pensaba: si yo no fuera lesbiana él sería el tipo de chico que me gustaría, porque es muy inteligente, muy abierto, muy respetuoso, feminista, guapo, un buen chico. Lo invité a tomar un café y le dije así sin tapujos que quería pedirle eso, pero que no quería que participara en la crianza ni que fuera padre, pero sí que el bebé de mayor tuviera la opción de conocerle si sentía curiosidad».
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El donante aceptó, y aunque no tenía intención de involucrarse, su familia, su madre y hermana, si querían. «Cuando yo me embaracé, al segundo intento de una donación casera, él habló conmigo y me dijo que su mamá quería conocer al bebé, me dio miedo que tomaran acciones legales así que accedí. Pero dije solo conocerle, nada más. Pero después me relajé y pensé que no podía yo apartar a mi hija de gente que le quisiera, además de gente que era biológicamente su familia».
La hija de Thelma es un gran ejemplo de diversidad familiar. Tiene una mamá y su mamá tiene una novia. Por otro lado no tiene padre pero sí un donante al que a veces visita. Y también tiene una abuela y una tía (de parte del donante) a las que ve al menos una vez a la semana y la adoran.
A veces las cosas no salen como las planeamos, pero de alguna manera salen.
Dos mamás y un donante amigo
Rocío y Candela son mamás de dos niños, y los dos han nacido gracias a la donación de un donante más que conocido, un donante que es parte de la familia.
Candela se embarazó gracias a la donación de esperma del primo de Rocío. «Yo no tengo hermanos y queríamos tener un hijo que fuera lo más parecido posible a nosotras dos. Tengo un primo que parece mi gemelo y es un gran amigo. Se lo pedí, lo habló con su chico, es gay, y dijeron que sí. No es su padre, es un tío muy cercano y lo adoran. El resto de nuestra familia no lo sabe, porque no queríamos pegas ni comentarios ni nada. Así que todos flipan cuando ven que aunque los ha parido Candi son iguales a mi».