Rachel Dennis era una pastora anti LGTB. Entre sus labores de pastora estaba el dar montón de charlas a cientos de adolescentes con el mismo mensaje: ser gay, ser lesbiana, ser bisexual y ser trans era malo, pecado, infierno, dolor, y todo lo que podáis imaginar.
¿Y cómo cambió todo? Cuando su hija, Aubree, que es parte de nuestro colectivo, quiso suicidarse. A los 14 años, Aubree intentó quitarse la vida, lo que, según Dennis, la inspiró a desafiar la retórica anti-LGTB que la habían presionado a predicar a los adolescentes de su escuela.
Según cuenta en una entrevista a LGBTNation, ella en su fuero interno jamás pensó que la homosexualidad fuera mala. Su crianza fue muy dura y homófoba al respecto, pero cuando a los 20 años se convirtió en madre soltera, fueron dos amigos gays los que la ayudaron a criar a su hija Courtney.
Años más tarde se casó y de la mano de su marido volvió a la iglesia, donde acabó convirtiéndose en pastora y adoptando ese horrible discurso lleno de odio al colectivo. En ese momento, uno de sus amigos que tanto la había apoyado le preguntó directamente a Dennis si creía que su matrimonio con su esposo estaba mal. Ella lo miró y dijo: «Es un pecado, pero todavía te amo». Como resultado, él la sacó de su vida. “No lo culpo”, dice ahora al recordarlo.
Después de lo de su hija todos sus cimientos se removieron. Se dio cuenta que lo que ella creía que tenía que hacer no se correspondía con lo que pensaba, por lo que abandonó a la iglesia.
En el camino encontró otras personas LGTB que la ayudaron a reconciliarse con el colectivo, como una mujer trans, Love Bailey.
Bailey es una mujer trans propietaria de Savage Ranch en Temecula. «Es un lugar maravilloso. Es un lugar donde la gente puede ser libre”, dijo Rachel Dennis. «Ella me aceptó plenamente a mí y a mi pasado, y estoy muy agradecida».