Por Jose Alvarado
«Soy Jose, tengo cuarenta y dos años, vivo en San Martin de Porres y soy un hombre trans. Vivo hace ocho años con mi esposa Jessi y mi hijo de diez años, Junior. Mi experiencia como padre no ha sido fácil, pues tenía temor que él sea discriminado al tener como padre a un hombre trans.
Cuando conocí a Junior me sentí con temor porque no sabía si el iba a reaccionar con rechazo hacia mí. Luego me fue demostrando su cariño y confianza, además de sentirse protegido. Ahora es mi defensor, abogado, seguridad y mi amigo porque no deja que nadie me moleste o hable mal en ningún lugar.
A Junior le conté que era un hombre trans cuando tenía cinco años, yo no sabía cómo iba a reaccionar pero al final me dijo: “Así seas un robot igual seguirás siendo mi papi”. Fue la conversación más difícil que hemos tenido. En ese momento me di cuenta que lo más importante en una familia es el amor que uno le puede brindar a sus hijos.
Todos los años para el Día del Padre Junior me prepara el desayuno, me regala la manualidad que hizo en el colegio y luego salimos a almorzar en familia. Es bastante cariñoso conmigo porque soy su “papi”, así me llama. Y pregunta si se puede cambiar de apellido para tener el mío.
Una de las experiencias más bonita fue la primera actuación en la que participamos los tres. Cuando terminó salió corriendo hacia mí con los brazos abiertos y gritando: ¡Feliz día papi!. En ese momento sentí mucha alegría y emoción, pero también miedo de que los demás sepan quién es su papi.
Me gusta saber que Junior puede contar conmigo para las dudas que tenga y confiarme sus inquietudes, e igual él está para enseñarme a ser padre y me demuestra con su comportamiento que lo estoy haciendo bien. Estoy tratando de ser el mejor, como me hubiera gustado que sea el mío. Sé que esta creciendo sin prejuicios ni distinciones, con mucha conciencia de la igualdad y el respeto. Sé que estoy haciendo buen trabajo.
Uno de los momentos más incómodos fue cuando tuve que ir al colegio porque una profesora lo estaba excluyendo de la clase debido a que yo soy trans. En clase pedían que cuenten anécdotas de sus papás en el día a día y a Junior no lo dejaban intervenir. Luego de conversar con el director y decirle que a mi hijo no lo tenían que discriminar por ningún motivo la profesora cambió su actitud hacia él.
Al hacerme un activista visible he tenido que limitar algunas actividades como padre, por ejemplo no ir tan seguido al colegio de mi hijo porque me da mucho miedo que sea discriminado o sea presa del bullying por yo ser trans. Sé que él es fuerte emocionalmente e inteligente para afrontar momentos incómodos, pero también sé que vivimos en una sociedad llena de prejuicios y puede ser blanco de estos por tener un padre como yo.
Espero que esta sociedad tome conciencia y deje los prejuicios que tanto daño le hacen a los adolescentes que tienen una familia que no está dentro de la “tradicional”. Y que el Estado reconozca los derechos que como individuo me pertenecen, así como los de mi familia.
Antes pensaba que era difícil ser padre pero ahora que lo soy sé que lo único que se necesita es estar para él, escucharlo y ser su amigo. Mi familia me da la fuerza para seguir luchando por una sociedad más justa, donde se reconozcan nuestros derechos como personas trans y poder garantizarle seguridad al futuro de mi hijo».
Con amor todo se hace más fácil.
Fuente: Sin etiquetas