La escena es tan típica que aunque en este caso es entre un padre gay y su hijo adoptado, es común en muchos hogares alrededor del mundo.
– Papá, me quiero hacer un tatuaje.
-No. Eso te quedará para siempre y aún eres joven. No tienes mi autorización.
Y también como sucede en muchos hogares, los hijos poco escuchan lo que los padres o madres tenemos que decirles. Es la historia de Richard, que días después a esa conversación recibió un mensaje del móvil de su hijo John: «adivina qué papá, me estoy haciendo un tatuaje».
La respuesta de Richard: «no te atrevas». Pero ya era demasiado tarde. John ya había comenzado el proceso, y en solo unos días finalizaría.
Richard contó la web de Gays With Kids que estaba cabreado, que aunque a él le gustan los tatuajes, no quería imaginar que su hijo estaría marcado de por vida. Pero todo cambió cuando John le envió una foto de su tatuaje. Del cabreo Richard pasó a la profunda emoción.
Era la fecha, en números romanos, de cuando fue adoptado.
El joven compartió en sus redes sociales el tatuaje y el siguiente texto:
«Así que me hice mi primer tatuaje! Esta fecha es el día en que mi vida cambió. Este es el día en que mis papás me adoptaron. El mejor día de mi vida sabiendo que por el resto de mi vida finalmente tendría una familia amorosa que ¡me ama a mí!»
Sin duda una historia muy emotiva.