dia de la visibilidad lesbica

No somos amigas, es mi esposa. ¡Feliz Día de la Visibilidad Lésbica!

Desde el inicio de los tiempos fui recluida en el espacio donde viven las cosas invisibles. Así de simple, así de doloroso.

No fui la niña que mis padres deseaban, odiaba los vestidos rimbombantes que amaba mi madre, y no soportaba las trenzas y moños. Yo era de melena hasta el hombro, como mucho, y chándal. La ropa más cómoda posible para subirme a los árboles, a los bordillos, a cualquier cosa escalable, para jugar baloncesto, fútbol y balonmano.

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Cualquier persona que me ve ahora, tengo apariencia bastante femenina, no podría creer que la niña de las fotos de mi infancia, esa pequeña gran «marimacho«, como me llamaban entonces, fuera yo.

Mi familia me escondía, mi madre se disculpaba por mi apariencia, en plan: «ay, esta niña, debe ser porque tiene un hermano mayor que no se comporta o no se viste como corresponde».

Antes de aprender a escribir ya me di cuenta de que era lesbiana. Cuando tenía 5 años, en una comida familiar, un tío abuelo me preguntó si me gustaba algún chico del colegio, yo le dije que no, que me gustaba una chica que se llamaba Carla.

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Mi madre intervino y me dijo, sí, Carla te gusta como amiga, el tío se refiere a si te gusta como novio, como papá y yo. Y yo insistía: sí, Carla me gusta como novia mamá.

Después de esa comida vino la charla, que eso no era así y que yo no podía decir eso porque eso no se decía, que no podía sentir eso porque estaba confundida, porque era incorrecto.

Ya a los 5 años las personas que más me querían me invisibilizaban, se avergonzaban de mi y a su vez me enseñaban a avergonzarme yo también.

Y qué decir cuando por fin salí del armario, a los 19 años, y me eché novia. ¿Adivináis que me dijeron mis padres? Que viviera mi vida, que si eso era lo que yo era, que nada, que no se podía hacer nada ni luchar contra la naturaleza, pero que viviera mi vida con discreción.

Y es lo que hice durante muchos años, «vivir con discreción», sin que mis tíos, abuelos, amigos de mis padres, algunos compañeros de trabajo, supieran quién era yo.

Pero eso se terminó. No puedes ser feliz si no te respetas a ti misma, si tienes que esconderte. La lucha por la visibilidad lésbica es una cuestión de supervivencia. Me cansé de ir a los eventos familiares y presentar a mi novia como mi amiga, no. Es MI NOVIA, y lo digo muy alto. No es mi amiga, es la mujer con la que tengo sexo, con la que tengo una relación amorosa, quien me cuida y a quien cuido.

Mi visibilidad ha influido en mi familia, si yo soy visible no les queda otra que aceptarlo, pero al aceptarlo también hacen un trabajo y un proceso ellos mismos que nos beneficia a todos.

«¿Así que tu niña es lesbiana? Mi sobrina también», le dijo una de sus mejores amigas a mi madre. Ella respiró aliviada, se dio cuenta que salir del armario (porque los padres también deben hacerlo) no era tan tremendo ni tan vergonzoso que ella pensaba.

Así que Feliz Día de la Visibilidad lésbica a todas, porque nuestro amor y nuestra libertad son el camino seguro a nuestra felicidad.

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