Carmen tiene 15 años. Es una chica alegre, tiene novio, pero también se siente atraída por chicas trans, es responsable, trabaja durante las vacaciones para tener su propio dinero, sueña con viajar y estudiar en la universidad cuando acabe el colegio.
Carmen vive en Guatemala y lo único que la hace diferente a sus compañeras es su familia,profundamente especial y amorosa, pero diferente. Carmen tiene dos mamás y un papá, tres progenitores que la apoyan y la cuidan, y que llegaron con ella el primer día de clases, porque nunca se han escondido o avergonzado de su diferencia, al contrario. Se sienten orgullosos del amor a su hija. Y tal lo siente ella, que declaró: Lo que nunca me va a faltar es amor y yo lo tengo multiplicado por tres», a la revista Nómada.
La madre biológica de Carmen es Claudia Rosales, de 43 años, que vive con su novia, Amarilis Barrios, de 49, la otra mamá. Claudia está casada con Wilber Asencio, de 41 años, que aunque no es el padre biológico quiere a la adolescente desde que nació como si fuera suya. Él vive en otra casa, pero esta muy presente en al vida de su hija. Los tres progenitores se consideran feministas, son activistas por derechos LGTB y de las mujeres.
Carmen se siente feliz con su familia, no obstante, en varias ocasiones ha sufrido la intolerancia de la gente: «Me han mandado al infierno varias veces. Y lo mismo les pasa a mis papás, que han recibido invitaciones al infierno todo el tiempo. Hasta mi mejor amiga me dijo que me fuera al diablo cuando le conté cómo es mi familia»
Guatemala no se caracteriza por ser precisamente un país amigable con el colectivo LGTB, ni siquiera tiene una ley de matrimonio igualitario o filiación de hijos. Por eso nos alegramos mucho de que Carmen haya querido contar su historia y mostrar una realidad tan ajena para muchas personas: la diversidad familiar.
«Muchos se preocupan por los niños y las niñas de las familias diversas; creen que van a crecer con algún tipo de problema emocional, que van a ser conflictivos o estarán confundidos. Están equivocados. La crianza con amor y la educación son lo que define el desarrollo del niño» dice el padre.
Él cuenta como se han burlado de él, en varias ocasiones, porque su esposa es lesbiana. Él dice que son batallas que ni siquiera quiere pelear.
«Yo entendí que en la diversidad hay también mucho amor y respeto. Y eso mismo espero que haya amor y respeto de la sociedad para mi familia, que es como cualquier otra familia guatemalteca. También discutimos y nos reconciliamos, a veces somos desordenados con nuestras cosas en la casa, pero también ordenamos; tenemos problemas y los resolvemos; nos reímos y lloramos; comemos juntos a veces, y otras hacemos planes independientes. Tenemos tantos problemas y logros como otras familias», comenta Claudia.
¡Enhorabuena, familia!
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