Carla y Ayelén son dos mujeres con realidades muy distintas, pero hay algo que las une: ambas son mujeres trans. Las separan más de 60 años y varias generaciones pero con ellas podemos tener una retrospectiva sobre la transexualidad en la segunda mitad del siglo XX y una visión de cómo las personas trans avanzan en esta sociedad en pleno siglo XXI.
«Tuve la suerte de poder dedicarme a mi profesión, ingeniera forestal, y no a la prostitución como la mayoría de las mujeres trans de mi época»
Carla Represa, de 71 años, es una mujer trans y lesbiana que decidió hacer su transición ya con cierta edad. Desde hacía muchos años sabía que su sexo sentido no coincidía con el registral, y de hecho le costó el divorcio con su mujer. En aquel momento, tenía una vida estable, sus hijos la entendieron y no necesitó más. Dice que la época era difícil y prefirió dar de comer a sus hijos que cambiarse de ropa. Desde luego no podemos imaginar lo que significó para ella aquella decisión tan generosa.
VER: El Ministerio de Justicia facilita el cambio de nombre registral
Es muy curioso, ya que generalmente nadie elige su nombre, cómo estas personas eligen sus nuevos nombres. Esos nombres con los que se sienten a gusto, uno que no le quede ajustado y le duela. En esta historia, Carla, eligió un nombre precioso que dista poco del nombre que tenía antes (supongo que para hacer el tránsito más sencillo). Sin embargo, Ayelén lo eligió con conocimiento. Ayelén es un nombre derivado de la palabra ‘ayelen’ que en mapudungun significa «sonrío», «el sonreír». ¿No creéis que es algo maravilloso?
«Un día exploté y pensé Me va a entrar por un oído y me va a salir por otro.»
Ayelén tiene 12 años, va al instituto pero ya sabe lo que es pasarlo mal. No es justo que una persona tan pequeña haya sufrido tanto en su vida como para pensar que nada tiene sentido. Por suerte, su familia está con ella apoyándola y luchando por ofrecerle herramientas y para que tenga sus derechos bien asentados. No obstante, no debemos olvidar que hechos recientes en España nos demuestran que tener derechos ganados no es seguro de tenerlos para toda la vida. Pero esta es una historia de superación, de lucha, de positivismo. Carla y Ayelén son dos grandes personas que hacen que el imaginario de mujer trans se rompa.
Hace tan solo unos días, hemos podido compartir con ellas un ratito dentro de las «III Jornadas TransFamilias» (organizadas por las asociaciones canarias Algarabía y Chrysallis, subvencionado por la Consejería de Políticas Sociales del Gobierno de Canarias) y allí, en medio de los gritos y risas de personitas pequeñas y mayores tuvimos una pequeña charla intergeneracional.
Desde ya os pedimos vuestra comprensión por el sonido, pero hacer callar a más de cien personas nos resultó imposible. De cualquier manera, si afináis el oído podréis comprobar que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte y que son el futuro. Y además, tienen las cosas muy claras.
Gracias. Un beso.