Un regalo insuperable. La experiencia de una pareja gay acogiendo a un niño

Una vez pasado el verano, y reposada la experiencia, puedo dar cuenta de lo que ha significado acoger a un menor saharaui a lo largo de dos meses.

En «Un regalo inesperado» os expliqué cómo Sidi había llegado hasta nosotros, pero sobre todo quise transmitir la sensación de involucrarte en un proyecto como es: Vacaciones en Paz”.

Sidi con sus gafasCreo que lo principal es ser consciente de cómo va a cambiar tu vida a lo largo de dos meses, pero sobre todo: entender que el menor en cuestión no es tu hijo (aunque lo trates como tal), sino un niño que viene a España para disfrutar de unas facilidades que en su tierra (porque ni país tienen) no dispone.

Tanto para ellos como para ti todo es nuevo. ¿Os imagináis cómo os hubieseis sentido si con nueve años os llevaran con una familia que no conocéis, a un país distinto y sobre todo a otra cultura? Esa era la pregunta que nos rondaba en la cabeza a lo largo de todo este tiempo. Pese a todo, Sidi nos ha facilitado mucho las cosas.

SidiEn el anterior artículo os daba cuenta de cómo “nuestro pequeño” había llegado a nosotros, sin nada, pero con una sonrisa de oreja a oreja que nos transmitió “buen rollo” desde un primer momento. Poco a poco, nos fuimos enterando de que Sidi no tenía once años, sino nueve; que vivía en un campamento junto a sus padres y cuatro hermanos, además de la abuela; que tenía un gato (Siba), pero sobre todo que pese a las dificultades que tienen en los campamentos de refugiados del Sáhara: ¡es un niño feliz!

Tanto mi pareja como yo tuvimos miedo de la reacción del niño en lo que a nuestra relación se refiere. En un primer momento pensábamos que él creía que éramos amigos o familia. Ingenuos de nosotros, procurábamos no tener muestras de “demasiado afecto” delante de él. Pero inevitablemente, las cosas caen por su propio peso. Un día, de repente y al salir de casa, Sidi nos vio darnos un beso. Lejos de extrañarse o preguntar, el niño, simplemente esbozó una sonrisa.

Dejamos estar el asunto, hasta que Sidi, ávido de saber de todo me espetó un día: «¿Cuándo os casáis?» Mi reacción fue de perplejidad, y mi respuesta fruto del miedo infundado: “Aún no”, le dije. Fue entonces cuando el niño me dejó estupefacto al asegurar: “No pasa nada, en España se pueden casar chicos-chicos, chicas-chicas y chicos-chicas. Aunque lo más es chicos-chicas. En mi país sólo chico-chica”. ¡Imaginaos mi cara! Seguidamente y tras la facilidad con la que él me había comentado el asunto, le di a conocer nuestra situación, y le expliqué (como se le explican a un niño las cosas) que efectivamente las personas se pueden querer independientemente de su sexo. Tras una sonrisa, en la que verifiqué que había entendido la situación, él me comentó que le gustaban las chicas, a lo que yo respondí con una carcajada de aceptación.

SidiLejos de cambiar su actitud, Sidi cada vez se iba integrando más en lo que es la vida en España. La ludoteca de verano ha sido para él como ir a una escuela distinta: “el colegio de jugar”, lo llamaba. Allí ha hecho amigos, nos ha llenado la casa de manualidades, pero lo más importante: ha aprendido a relacionarse con todos. Cuando digo todos, me refiero a niños y niñas. Y es que sí es cierto que con las mujeres tuvo algún problema al principio, ya que la superioridad del varón está inculcada en su ser desde bien pequeño. Pese a todo, nos fue muy fácil resolver la situación: una comba, un par de explicaciones y una niña que una tarde le dijo en la piscina que si quería jugar con su grupo de amigos. ¡Problema resuelto!

Sidi ha sido consciente en todo momento de que se trataba de una experiencia temporal, como un intercambio. Todos los días, el Sáhara ha estado presente en nuestras conversaciones. Mi pareja y yo hemos aprendido cómo es su sistema educativo, cómo les llevan el agua en camiones cisterna una vez a la semana, que tipo de dieta tienen, pero sobre todo a valorar pequeñas cosas que antes no teníamos en cuenta.

LetrasEl pequeño por su parte ha aprendido que hay culturas distintas (ni mejores ni peores), se ha integrado allá donde hemos ido, ha disfrutado de cosas que allí no tiene y lo más importante: ¡Ha comenzado a leer en castellano! Pese a estar escolarizado e ir al colegio todos los días, Sidi no había tenido la oportunidad de aprender el alfabeto español, y por tanto no podía leer en nuestro idioma, no así en el suyo.

Tal vez esa ha sido una de las mejores experiencias de este verano. Los cuadernos Rubio nos han facilitado mucho la labor, y pese a algún disgusto que otro (ya que obviamente prefería ver la tele o jugar, que hacer las letras) consiguió comenzar a leer alguna palabra. Todo ello, unido a las gafas que le tuvimos que poner ya que no veía bien de cerca; han otorgado a Sidi ¡un aire de intelectual!

Sidi en la motoY entre bicicletas, viajes, acuapark, fiestas, colegio de jugar, parque, pantano, talleres, hinchables y más viajes… ¡El verano llegó a su fin! El 25 de agosto fue la fecha señalada para la partida. Ese día, sí que Sidi nos lo puso difícil. Nos había demostrado todo el verano que era un niño cariñoso y sensible, pero ese día lo puso de manifiesto.

Los varones saharauis rara vez lloran cuando vuelven a su tierra. Al menos así nos lo dijeron desde la asociación promotora del programa. Pese a todo, los sentimientos son simplemente eso, y a veces no se controlan. Sidi se puso muy triste, quería más verano, pero el de 2014 había llegado a su fin. Maleta en mano, entre lágrimas y con sus seis kilos más de peso, se montó en el autobús que les llevó al aeropuerto. Ha sido, sin duda, el momento más difícil de toda la experiencia, aunque no lo ha pasado solo.

Desde la Asociación Riojana de Amigos de la República Árabe Saharaui Democrática nos informaron en todo momento de cómo fue el viaje de vuelta, de cómo Sidi lloraba desconsolado, pero también, de cómo se le pasó poco a poco.

SidiLos días hasta que te vuelves a comunicar con él se hacen eternos. El viaje es largo y complicado, pero de repente el teléfono sonó. Desde entonces nos da toques una o dos veces por semana para hablar con nosotros. Sidi le está enseñando castellano a su madre, la cual nos hainvitado a ir a su casa (algo que ya barajamos). Ya han comenzado las clases allí, y ya por fin, este curso tiene horas de español, por lo que con lo que ha aprendido aquí será, sin duda, un alumno aventajado.

Ahora, y hasta el año que viene, mi pareja y yo ya no tenemos sus besos antes de irse a la cama, ni sus bromas, ni sus cabreos, ni sus peticiones de comer cosas tales como: nocilla, patatas fritas, hamburguesas… ¡todo lo que a los nenes les encanta! En cambio tenemos la sensación de haber creado un cordón que perdurará siempre, con él y con su familia. Sidi es para nosotros: Un Regalo Insuperable.

@crisda9delgado

 

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