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¿Tener pareja o depender de tu pareja?

Iniciar una relación sentimental partiendo de la premisa «necesito pareja» o «no sé estar solo/a» puede llevarnos fácilmente a crear una situación de dependencia o enganche emocional. Llenar un vacío o tratar de suplir una carencia a menudo parecen motivos más que suficientes para iniciar una relación de pareja, pero implica poner tu bienestar en manos de otra persona.

Como explicaba el psicoterapeuta Anthony de Mello, “el primer sorbo de placer es un encanto, pero va prendido irremediablemente al miedo a perderlo, y cuando se apoderan de ti las dudas, llega la tristeza. La misma alegría y exaltación de cuando llega el amigo es proporcional al miedo y al dolor de cuando se marcha… o cuando lo esperas y no viene… ¿Vale la pena?”

“Te amaré para siempre”, “Estaremos siempre juntos”, “Nada ni nadie podrá separarnos”. Algunas de estas frases son el reflejo de unos compromisos que adquirimos y que pensados fríamente no tienen demasiado sentido. ¿Cómo sabes que vas a amar siempre a alguien? De la misma forma que no piensas igual que hace 15 años, quizá de aquí a 10 hayas cambiado y ya no quieras vivir en pareja. O quizá sí. Y tu pareja, ¿es exactamente igual que cuando os conocisteis? Quizá de aquí un tiempo enfermes, ocurra un accidente, cambien tus prioridades o las de tu pareja… ¿Dónde queda entonces el juntos y felices para siempre?

¿No es mucho más lógico comprometerse a pequeñas grandes acciones que realmente puedes cumplir durante el día porque dependen de ti? Puedes comprometerte a ser transparente y sincero con tu pareja hoy y renovar tu compromiso mañana. Puedes comprometerte a escuchar a tu pareja sin juzgarla hoy, puedes comprometerte a darle cariño hoy, apartarte antes de decir una palabra fuera de tono, pedir disculpas cuando no lo consigas. Puedes hacer muchísimas acciones, hoy. Aquí y ahora.

No se trata de transitar un mismo camino. Nos han hecho creer que somos medias naranjas, seres incompletos que deben buscar completarse encontrando su parte complementaria. Pero somos naranjas completas. Cada miembro de la pareja es una individualidad maravillosa con su propio recorrido. Se trata de acompañarse, el uno al lado del otro, de la mano. Desde la no exigencia, sin ponerse por delante o quedarse a la sombra del otro siguiendo su estela. No. El amor está en la horizontalidad. El amor no ofrece, el amor sirve con alegría. El amor no se dice, se hace.

Continuaba De Mello diciendo: “Donde hay miedo no hay amor. Cuando despertamos de nuestro amor de fantasía y vemos la realidad tal cual es, nuestra inseguridad termina y desaparecen los miedos. Entonces puedo decirle al otro: ‘Como no tengo miedo a perderte, pues no eres un objeto de propiedad de nadie, entonces puedo amarte así como eres, sin deseos, sin apegos ni condiciones, sin egoísmos ni querer poseerte’. En cuanto nos agarramos a la permanencia destruimos toda la belleza del amor. No hay pareja ni amistad que esté tan segura como la que se mantiene libre».

César Cidraque Llovet – Proyecto Acope

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