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¿Qué es la alimentación ecológica? Ideas para la nutrición infantil

Seguramente muchos de vosotros estaréis hartos de oír hablar de productos ecológicos, alimentos bio, comercio justo, etc. Pues bien, todas estas denominaciones, lejos de significar que comemos productos reciclados o que los huertos se asientan sobre campos de placas solares, hacen referencia a aquellos alimentos que se obtienen por métodos naturales, libres de pesticidas, aditivos y sustancias químicas; además, se emplean técnicas que se preocupan por el medio ambiente, cuidando y manteniendo los cultivos y la tierra.

Y, por otra parte, si atendemos a cuestiones que persigan establecer relaciones comerciales justas entre productor y consumidor y todo lo que ello conlleva (establecer políticas de precios que persigan condiciones de vida digna, no explotación de menores, valorar la producción libre y sostenible y mantener el medio ambiente, entre otras), estaremos refiriéndonos a consumo justo, términos que, sin miedo a equivocarme, estoy segura que todos hemos manejado con mayor o menor frecuencia en los últimos tiempos.

Sin embargo, a pesar del auge y la importancia que poco a poco va cobrando este tipo de productos (por suerte, cada día hay más personas interesadas en consumir productos libres de sustancias nocivas que les hagan sentirse mejor y mejorar su calidad de vida), existe aún mucho desconocimiento y muchas dudas sobre si son realmente tan buenos o es sólo una más de las muchas modas pasajeras que nos asaltan.

Estas son algunas buenas razones por las que empezar a consumir alimentos ecológicos:

  1. Es una alimentación que vigila nuestra salud, libre de pesticidas, fertilizantes, antibióticos y otras sustancias químicas que pueden perjudicarnos o agravar enfermedades existentes.
  2. Son productos más nutritivos, ya que al cultivarse en terrenos naturales, poseen niveles más altos de minerales y vitaminas.
  3. Es un modelo de alimentación libre de aditivos (conservantes y colorantes sintéticos), por tanto, incide en el consumo de alimentos frescos y de temporada para aprovechar al máximo los nutrientes que la naturaleza ofrece en cada época del año.
  4. No contiene pesticidas químicos, relacionados con patologías como alergias, intolerancias, asma o determinados tipos de cáncer.
  5. No dañan el medio ambiente, resultando por tanto un ahorro a la larga para toda la sociedad, no sólo económico (por la no eliminación de contaminantes) sino también en términos de costes derivados por problemas de salud.
  6. No contienen organismos genéticamente modificados (OGM), de los cuales se ha escrito largo y tendido sobre su supuesta relación con determinadas alteraciones metabólicas y el desequilibrio del medio natural.
  7. No autoriza el uso de antibióticos, tranquilizantes ni hormonas en el ganado. Además se persigue respetar el bienestar animal, aumentando la habitabilidad de las granjas, reduciendo el estrés de los animales al permitirles vivir en semi libertad y permitiéndoles vivir en condiciones de vida adecuadas. Obviamente esto tendrá su repercusión en la salud del consumidor, ya que el animal tendrá mayor esperanza de vida y los productos derivados serán más ricos y libres de sustancias nocivas.
  8. Son sostenibles con el medio ambiente, colaborando en la conservación del medio y disminuyendo la contaminación de la tierra, agua y aire. Además, la agricultura ecológica fomenta la biodiversidad,  fertiliza la tierra, mantiene los hábitats de las distintas especies, se preocupa por el bienestar animal y reduce al máximo los contaminantes, potencia el reciclaje y el aprovechamiento de los recursos… lo cual supone también un ahorro para los gobiernos y el consumo energético actual.
  9. Son más sabrosos. Al respetar los ciclos naturales de crecimiento y formas de elaboración artesanal, se recuperan los sabores originales de los productos. Además, al crecer de forma natural, sin aditivos ni añadidos químicos se obtiene el máximo sabor del alimento y su máxima calidad nutricional y organoléptica.
  10. Aunque a priori resulten más caros que el alimento cotidiano, el proceso de elaboración más lento, la mano de obra implicada y las evidentes consecuencias sobre tu salud y la de tu familia hace que al final, merezca y mucho la pena invertir un poco más en salud, sabor y comercio justo.

Cristina Borrero González

Técnico Superior en Dietética y experta en nutrición deportiva

Visita mi blog «Lapsus para la vida sana»

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