«Soy padre y soy gay. ¿Por qué me preocupa tanto la sexualidad de mi hijo?»

Seguramente os pasó cuando salisteis del armario que vuestra madre o vuestro padre, o algún familiar se llevó un disgusto. Y no tanto por homofobia como por temor a que sufriéramos el rechazo social, a que alguien nos discriminara o nos hiciera daño.

A mi en lo personal siempre me pareció una excusa. Pero ahora que soy madre y miro a mi hijo me pregunto, ¿y si fuera gay? ¿Y si viviera el rechazo social? ¿Y si algún día por ir de la mano de un chico alguien le gritara algo o le hiciera daño? A veces lo veo en televisión, una agresión al grito de «maricón» a algún adolescente.

Por eso me ha hecho sentido un testimonio de este hombre estadounidense que Huffington Post tradujo y que comparto aquí con vosotros:

«Cuando era pequeño, la mayoría de mis amistades eran chicas, lo cual sigue cumpliéndose a día de hoy. Por el motivo que sea, me siento más seguro y relajado entre mujeres que entre hombres.

Sigo teniendo conmigo a la mujer más increíble de mi vida y mi mejor amiga hasta el día de hoy ha sido una mujer que conocí hace 35 años en un campamento de verano. Por desgracia, cuando era un niño pequeño me enseñaron que tener amigas era algo malo. Me solían decir que solo los homosexuales o «mariquitas» juegan con chicas. Mi madre me dio mucho la vara sobre todas estas «novias» mías y, aunque ahora sé que solo intentaba protegerme de un mundo cruel, no me resultaba tan obvio entonces.

Esto me provocó mucho estrés cuando era niño. ¿Por qué no podía ser amigo de quien me apeteciera? ¿Por qué era algo malo tener amigas? Desde que tengo memoria, recuerdo que les pedía a mis amigas que fingieran ser mis «novias» para que mi madre y mis amigos no sospecharan que era gay. Fue algo duro para un niño pequeño tener que empezar a cuestionarse su sexualidad y no sentirse bien consigo mismo por ello.

BJ BARONE AND FRANKIE NELSON
El autor con su ‘novia’ Lori (a la derecha).

Ser gay en los años 70 no era sencillo, ni tampoco durante las décadas previas, por las mismas razones. Crecí justo cuando comenzó el movimiento por los derechos de los homosexuales, entre los disturbios de Stonewall en el 69 y la redada contra los gays en las saunas de Toronto en 1981. Por no mencionar la epidemia de sida entre gays a finales de los 80. No fue una gran época para ser gay, pero recuerdo que fue una época con esperanza.

No había derechos para los homosexuales, ni matrimonio homosexual ni posibilidad de tener hijos. Había muy poca gente «fuera del armario» por entonces, al menos que yo supiera, y era inaceptable llevar un estilo de vida homosexual.

Mi madre hizo todo lo que pudo para intentar que fuera heterosexual, pero tener más amigos varones no te hace ser más hetero. Mi madre lo hizo lo mejor que pudo con la información de la que disponía. Era y sigue siendo un maravilloso modelo para mí, además de la persona a la que más recurro cuando necesito consejo. Sé que no intentaba hacerme daño, sino protegerme. Por eso la siguiente historia me pilló desprevenido.

Había muy poca gente «fuera del armario» por entonces, al menos que yo supiera, y era inaceptable llevar un estilo de vida homosexual.

Cuando empezamos a planificar el cuarto cumpleaños de mi hijo Milo, le preguntamos a quién quería invitar y lo primero que dijo fue: «¡Solo a chicas!».

Ahora sabemos que la mayoría de sus amigos en la guardería son chicas, pero aun así me sorprendió. Seguidamente, lo siguiente que salió de mi boca fue: «¡Pero no puedes invitar solamente a chicas!». ¿Por qué lo diría? ¿Cómo me transformé en mi madre en ese momento? Me había pasado años enfadado con ella por no dejarme ser amigo de quien me diera la gana y ahora ahí estaba yo diciéndole a mi hijo que tenía que invitar a chicos a su fiesta.

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Fiesta por el cuarto cumpleaños de Milo con sus ‘novias’ y con BatmanIntenté sonsacarle un poco de información para averiguar por qué solo quería invitar a chicas y a ningún chico. Quería saber por qué motivo le gustaban más las chicas que los chicos. También quería saber si los chicos lo habían acosado o dado de lado. Quería más información, pero no conseguí nada. Al fin y al cabo, solo tenía tres años y lo que me dijo fue simplemente que las chicas eran «sus mejores amigas». Y eso es lo único que debería importar.

Esta conversación debería haber terminado ahí, y ahí terminó para Milo, pero no para mí. Es decir, Milo podía estar simplemente emulando a sus papis, porque al fin y al cabo todo el mundo necesita contar con muchas mujeres en su vida. Pero yo necesitaba más respuestas y pasé muchas horas pensando en por qué me molestaba tanto que Milo solo fuera amigo de chicas, sobre todo a causa de todos esos años que pasé yo sintiéndome mal conmigo mismo.

¿Tan profundo habían calado las ideas de mi madre que, de algún modo, me habían lavado el cerebro? No lo creo. Debía tratarse de algo distinto. ¿Podía ser que me preocupara que esto fuera una señal de que era gay? Igual era eso, pero era un pensamiento aterrador viniendo de un hombre gay, y aún más aterrador si se decía en voz alta: ¿Quiero que mi hijo sea gay?

No es una pregunta fácil de responder. Me he pasado los últimos 30 años luchando por los derechos de los homosexuales e intentando quererme a mí mismo siendo gay. También tuve un problema de adicción durante 10 años y tuve (quizás todavía tengo) un problema de homofobia internalizada que asoma sus garras de vez en cuando. ¡Pero los tiempos han cambiado! Es decir: estoy casado con un hombre maravilloso, hemos tenido un hijo mediante gestación subrogada, nuestra familia y nuestros amigos nos aceptan y tenemos una página web que defiende el hecho de que una familia consiste en el amor (Family Is About Love). Entonces, ¿por qué me preocupa si Milo simplemente tiene amigas o si es gay?

Era un pensamiento aterrador viniendo de un hombre gay, y aún más aterrador si se decía en voz alta: ¿Quiero que mi hijo sea gay?

Sigo deseándole la mejor vida posible a mi hijo, al igual que cualquier otro padre a sus hijos. No puedo evitar reflexionar en mi problemático pasado y preguntarme si querría que Milo pasara por lo mismo. Sé que su vida será muy distinta de la mía, pero a veces no puedo evitarlo. Hasta que no se permita el matrimonio homosexual en todos los países del mundo y todos tengan los mismos derechos, seguiré asustado.

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Una familia consiste en el amor.

Lo que Milo sí encontrará en sus papis son dos mentes abiertas y dos padres que lo van a apoyar en todo. Recordé lo primero que le dije cuando nació, mientras me limpiaba las lágrimas de los ojos tras haberlo sujetado contra mi corazón: «Te voy a querer siempre sin importar lo que suceda ni la persona que seas».

Necesito recordarme que solo porque una vida sea «más sencilla» no significa siempre que sea mejor. Me alegro de no haber tomado el camino fácil, y aunque tardé más que otras personas en aceptarme a mí mismo, me ha hecho más feliz. Quiero que Milo sea feliz pase lo que pase, y ya sea gay, heterosexual o algo en medio, siempre estaré aquí para quererle, decida tener amigas o amigos».

Una versión previa de este blog fue publicada en inglés en Gays With Kids y en Family Is About Love.

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