Nuestra vida sexual después de ser mamás

Mi historia de amor con Paloma empieza como la historia de casi todas las parejas de mujeres. Chica conoce a chica, siente una irresistible pasión, siente que es la mujer de su vida, pasan casi todo el día en la cama y es un esfuerzo enorme salir de ella para ir a trabajar y para ver gente diferente a la pareja.

Pasan los meses, incluso los años, y las chicas pasan menos tiempo en la cama, pero los encuentros siguen siendo apasionados, maravillosos.

Pero llegan los hijos… y todo cambia.

Paloma y yo, Carmen, llevamos juntas once años. Y aunque en estos 11 años cabe de todo, de todo lo bueno y lo malo, son los mejores de toda mi vida. De ser una pareja nos hemos convertido en una familia, porque además de ser simplemente Carmen y Paloma, somos las mamás de Elsa y Diego.

Un hijo es muchas cosas a la vez. Por un lado lo más precioso que te puede pasar (incluso más precioso que encontrar a la mujer de tu vida), pero también lo más agotador, sobre todo si tu hija es una niña de alta demanda, como ha sido desde que vino al mundo nuestra Elsa. Ser una niña de alta demanda se reduce a ser una personita que llora por todo. Por TODO. Incluso si está en brazos feliz.

Nuestros hijos son pequeños, por lo que requieren bastante tiempo y dedicación. Y una coordinación total entre nosotras, una los baña mientras la otra prepara la cena, una va a la compra mientras la otra recoge la casa, una los duerme mientras la otra pone una lavadora, etcétera. Tampoco dormimos toda la noche de seguido, por lo que es fácil comprender que cuando llega la hora de ir a la cama, queremos hacerlo para dormir. O que cuando tenemos un ratito tranquilo nos apetece más ver una serie tumbadas en el sofá que ponernos al tema sexual.

Un día, cuando echamos cuenta de que llevábamos cuatro meses sin tener sexo, decidimos que ya no queríamos cruzar esa línea roja, que así como cuidábamos a nuestros peques con amor y dedicación, debíamos cuidar ese aspecto de nuestra relación.

Nuestra lista del amor incluía como mínimo dos veces al mes una cita. Esto es salir sin nuestros enanos, a cenar, a tomar una copa. Tomarnos el tiempo de ponernos guapas para nuestra pareja, retomar la seducción, conversar de cosas que no tengan que ver con niños, y buscar sorprendernos en la vida sexual, cuando poca sorpresa puedes esperar después de tantos años.

Nos pasamos toda una noche entretenidas en la web de una tienda erótica mirando mil ideas de juguetes, geles y varios para innovar, nos prometimos que al menos una vez al mes nos regalaríamos horas para disfrutar sin prisas del cuerpo de la otra, para re explorarnos, re-conocernos y reencontrarnos.

Paloma ya no es la misma, yo tampoco. Con los años cambiamos, con los hijos cambiamos, pero en esencia sigue siendo la mujer hermosa de la que me enamoré. No esperamos retomar la vida sexual de cuando nos conocimos, y no pasa nada, nuestra vida es mucho mejor ahora.

No hay que tenerle miedo al paso de los años, al desgaste, a los hijos, y a todo lo que ocurre en la convivencia y la vida en común, pero hay que tomar medidas para cuidar lo que es nuestro, desde el que hemos construido la familia que somos ahora.

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