La emotiva reacción de un niño al enterarse de que su hermano es gay

Esta bella historia nos la cuenta el propio Lucas Vasconcellos a través de su Facebook. Lucas, es un joven de 23 años que decidió hablar con su hermano de ocho años sobre su orientación sexual y la reacción del pequeño fue tan hermosa que decidió compartirla para que todos pudiesen aprender lo maravilloso que sería el mundo si lo percibiésemos como los niños.

«Muchos piensan que es complicado hablar con niños pequeños sobre sexualidad, pero no es así»

El mensaje que publicó dice lo siguiente:

«Hoy le conté a mi hermanito que era gay.

Después de muchos años desde que me enteré de mi sexualidad, sobre el género que despierta en mí una pasión realmente auténtica, finalmente decidí contarle mi realidad a la pequeña persona que más me importa en la vida.

Lo compartí de una forma muy pedagógica, tratando de crear una analogía sobre la gente y sus colores favoritos. Diciéndole que hay personas a las que les gusta más el negro, o el blanco o azul, o amarillo, o rojo; explicándole lo bien que eso le hacía al mundo. Que a todos nos pueden gustar colores distintos y aún así somos capaces de ser felices y respetados para colorear nuestro mundo con ellos.

Él parecía saber que le iba a confesar algo. Se puso tranquilo y pensativo durante toda la explicación, y luego, finalmente, decidí asumirle mi sexualidad. Me siguió mirando, muy tranquilo y sonriente, tan natural, y yo le pregunté ¿sabes cómo se llaman las personas que les gustan personas iguales John?, ¿los hombres que les gustan otros hombres y las mujeres que les gustan otras mujeres?«

Yo estaba preparado para contestarle con la palabra gay, la tenía en la punta de la lengua, cuando simplemente me dio la verdadera respuesta.

¿Amor?

Y entonces lloré.

No llores, dijo, abrazándome.

Me miró con esos ojos, llenos de inocencia y del mismo color que los míos, y sentí que por primera vez me veía como realmente era. Un hermano al que amaba, un amigo que nunca perdería, una persona cualquiera.

Yo supe de eso por su respuesta. Por su bondad en cada palabra. Un niño de ocho años de edad supo entender algo tan natural con mucho más madurez que muchos adultos. Más que mis propios padres, incluso, que siempre me negaron el derecho de contárselo a mi hermano.

Aprovechen para aprender de la pureza de los niños, que la mayoría olvida al crecer, pues creo que las mayores verdades de esta vida están en el corazón de los pequeños.

Y la vida sigue como si nada hubiera cambiado.

Y desde el fondo de mi corazón, le doy las gracias por eso.»

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