Historia de amor: «El día que adoptamos a dos hermanos»

Luis y Cristián son pareja desde 2004, y están casados desde hace tres. Viven en Argentina, y hoy queremos a dar a conocer su hermosa historia de amor y paternidad, pues hace unos meses adoptaron a dos hermanos, un chico de 5 y una niña de 8.

Luis explica que, durante mucho tiempo, la orientación sexual los obligó a resignar cosas, como pensar en el casamiento o los hijos, Pero la Ley de Matrimonio Igualitario les permitió jugar con las mismas cartas. “Antes era ‘no’. Ahora, ‘¿por qué no?’. Y lo empezamos a pensar como posibilidad real, aunque no teníamos demasiada información”, plantea.

El 23 de mayo de 2014 se inscribieron en el registro de adopción. Primero, para niños de 1 a 5 años. Luego, lo ampliaron hasta 10 y, al final, hasta los 18. Mientras, participaban de manera activa en las reuniones de Unidos con Lazos de Amor (Ucla), un grupo de adopción.

Luis y Cristian sabían que la espera de un hijo adoptivo suele ser larga. Y, a medida que pasaba el tiempo, seguían preguntándose por qué querían ser padres. “Tres años esperamos. Hace cuatro meses que están con nosotros. Nos dieron el apto en diciembre y en marzo nos llamó la jueza”, relata Cristian. Los conocieron un miércoles, y el viernes ya estaban viviendo juntos.

Los padres admiten que los acosaron todos los miedos. Se preguntaban si podrían, si estarían capacitados para atender a dos niños que llegaban con su propia historia. Los hermanitos habían vivido tres años en un hogar y 30 días con una pareja, pero cuya vinculación no funcionó.

Cristian relata que, al principio, los chicos preguntaban hasta cuándo se quedarían con ellos. Les costaba percibir el concepto permanente de familia. “Es importante instruirse para enfrentar situaciones para las que no estás preparado”, opina Luis.

La llegada de los niños les cambió, literalmente, la vida. Al recibir la noticia del juzgado, Luis, que se dedica a la liquidación de sueldos, pidió 10 días de vacaciones. Tenían que buscar colegio, llenar la heladera, acomodar la casa y empezar a hablar de cumplir ciertas reglas. En otras palabras: comenzar a conocerse.

“Es un vínculo que se construye todos los días. Ser padre es un proceso”, dice Cristian.

Los hombres aseguran que sus hijos tienen los mismos problemas que otros chicos de su edad, con algunos aditamentos propios de una historia de abandonos.

“Me preguntaba cómo me doy cuenta de si los quiero. La terapeuta decía que la adopción es un acto de amor. te pasan cosas lindas con los chicos. No querés que sufran y te ponés contento cuando los ves contentos. Es un vínculo que se construye”, apunta Cristian.

Comenzar a conocerse

Luis y Cristian consultaron de qué manera les explicarían a los niños su relación conyugal y la realidad de ser una familia homoparental. Pero, al parecer, fue más fácil de lo que creían. “Cuando íbamos en el auto, desde el juzgado, la nena nos pregunta: ‘Y ustedes, ¿qué son? ¿Hermanos? ¿Amigos? ¿Primos?’ Les dijimos que éramos pareja. Entonces el nene dijo: ‘Ah, entonces, son papá y papá’. Los chicos toman el tema con gran naturalidad”, subrayan.

Cristian cuenta que están incluidos en los grupos de WhatsApp de las mamás y que la aceptación en el colegio fue muy buena.

“Cuando nosotros éramos chicos, la sorpresa eran las parejas divorciadas; hoy ‘la sorpresa’ somos nosotros”, subraya Luis.

“El único problema es que, cuando nos dicen ‘papá’, nos damos vuelta los dos”, se ríe.

 

Artículo publicado en La Voz

 

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