Dos madres lesbianas nos cuentan su proceso de reproducción asistida

Sara y Mónica son madres lesbianas, nos cuentan cómo vivieron el proceso que les llevó a tener a Alberto, su primer hijo fruto de la reproducción asistida.

“Siempre has pensado que algún día serás madre, tendrás a tus hijos… Y cuando encuentras a la persona con quien realizar ese proyecto tan importante, quieres hacerlo realidad”. Sara, comercial de 38 años, nos lo explica satisfecha mientras Alberto, su hijo, juega con su biberón ajeno a las palabras de su  madre.

Les acompaña Mónica, profesora de 42 años y también mamá de Alberto. De hecho, fue ella quien llevó al pequeño en su vientre. “Llevamos más de cinco años de relación, y desde el momento en el que nos conocimos, tuvimos claro que queríamos formar una familia juntas”, cuenta Mónica. Asegura que el proceso para “quedarse embarazadas” fue “fácil y bastante rápido”. “Estuvimos buscando información por Internet, y allí fue donde conocimos el método Ropa (Recepción de ovocitos de la pareja). Nos pareció una idea preciosa que las dos pudiéramos estar implicadas en el proceso, y así lo hicimos”.

Donación de óvulos

En el caso de esta pareja,  fue Mónica, la mayor de ambas, la que deseaba quedarse embarazada. “Siempre me había hecho ilusión, y teniendo en cuenta que ya había cumplido los 40 no quería dejar pasar más tiempo”. Su pareja estuvo de acuerdo, y con la decisión tomada se fueron a la clínica de reproducción asistida, donde tras realizarles algunas pruebas pudieron comenzar el tratamiento. Ambas siguieron un tratamiento hormonal: Sara tuvo que estimular sus ovarios con tal de obtener óvulos que más tarde acabaría recibiendo Mónica, que siguió por su parte el tratamiento para preparar su endometrio.

Semen de donante

“Aunque sabíamos perfectamente que para realizar el tratamiento teníamos que recurrir a un donante de semen, nos tenía bastante intrigadas el tema de su elección. ¿Quedaría en nuestras manos? ¿Podríamos elegir su estatura, tipo de pelo?” recuerda Sara. En la clínica Eugin las tranquilizaron, explicándoles que de acuerdo con la ley, el responsable de elegir el donante de semen en un tratamiento de reproducción asistida es el equipo médico de la Clínica.

“Pudimos decir con cuál de nosotras dos queríamos que el donante compartiera características fenotípicas: el tipo de pelo, el color de ojos y el de la piel. Como Sara puso su granito de arena con sus óvulos, decidimos que los rasgos fenotípicos del donante fueran similares a los míos”, explica Mónica.

Una vez obtenido el embrión, se transfirió al útero de Mónica, y dos semanas después supieron que todo había ido bien: estaba embarazada. “Nos hace muy felices haber tenido a Alberto, y la verdad es que hemos vivido todo el proceso con mucha alegría… Hoy nos parece un milagro tenerlo aquí con nosotras”, concluye Sara.

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