Diane y Fernando, la primera familia transexual donde el padre da a luz

Diane Rodríguez, la actual presidenta de la Federación Ecuatoriana de Organizaciones LGTBI, tiene 35 años es psicóloga de profesión y está empezando a incursionar en política. Fernando Machado tiene 23 años, inició estudios de psicología y, por ahora, se dedica al cuidado y educación del hijo de ambos. Son una familia como cualquier otra con la particularidad de que Diane nació siendo hombre, Fernando como mujer y fue, precisamente él, quien gestó al pequeño Sununú.

Oveja Rosa: ¿Cómo fue vuestro proceso de transición? ¿Tuvisteis apoyo familiar?

Diane Rodríguez: La verdad, yo nunca tuve apoyo de mis familiares. Lo poco que conocía sobre la transexualidad lo supe a través de amistades o por lo que indagué en internet. En un mundo limitado te toca ensayar, así que experimenté usando siliconas y arriesgando mi vida. La gente aún no entiende que en la adolescencia prima el reconocimiento y aceptación de los padres, a costa de todo. Solo en una familia donde gobierne el amor será imposible que un adolescente sea rechazado por sus padres y tome decisiones catastróficas para él o para quienes le rodean. En mi caso me faltó eso. Además, me suministré hormonas que me afectaron al hígado y al riñón. Hace más de 10 años no me hormono y rechazo el uso de siliconas y reasignaciones sexuales, son daño que nos hacemos solo por satisfacer el deseo de la sociedad depositado en nosotros, en donde un rostro femenino debe ir con una vagina y un rostro masculino con un pene. Si no se cumple esa norma entonces eres raro. A partir de este deseo inconsciente, que no es nuestro, que no nos pertenece a las personas trans, nos hacemos daño, nos maltratamos, perjudicamos nuestros cuerpos y nos mutilamos por darle gusto a una sociedad injusta.

Respecto a Fernando, su familia siempre lo aceptó, aunque viviese momentos complicados. A él no lo echaron de la casa por ser trans, ni tuvo que hacer trabajo sexual como yo para poder comer, ni vivir en la calle afrontando peligros. Tuvo la oportunidad que muchas personas trans femeninas no tenemos. Nosotras somos más discriminadas que los trans masculinos porque nos encontramos en un sistema patriarcal. Por eso los asesinatos, en su mayoría a nivel mundial, son de trans femeninas.

O.R.: ¿Cómo y cuándo os conocisteis? ¿Fue amor a primera vista?

D.R.: En efecto, podría decirse que fue chat a primera vista (risas). En la búsqueda de mi aceptación como persona, en que pude amar mi cuerpo y amar mi pene, era importante para mí encontrar a un chico trans que amase su cuerpo y su vagina, sin que esto me reste feminidad a mí ni le reste masculinidad a él. Es decir, necesitaba de un hombre trans que se sintiese seguro de su masculinidad como yo de mi feminidad. Bajo esta concepción, me dediqué a buscar un chico trans en otro país, porque en Ecuador, en ese momento, era imposible. Escribí a cerca de veinte perfiles. Entre ellos estaba el de Fernando, de Venezuela, que tenía muchas características que lo hicieron atractivo para mí como el gusto por la pintura, lectura, escritura y la música instrumental.  Le invité a venir a Ecuador y le pagué el pasaje. Mi fin era que si surgía algo sería perfecto, sino podría contribuir culturalmente a otros chicos trans y a partir de esto inculcar el amor por sí mismo a sus cuerpos. Pero lo primero fue lo que surgió, nos gustamos, nos enamoramos y al cabo de un mes de conocernos se encontraba embarazado de nuestro hijo.

O.R.: ¿Cuándo os planteasteis el hecho de tener un hijo? ¿Cómo vivisteis la experiencia?

D.R.: Los dos deseábamos tener hijos. Cuando recibí la noticia por parte de Fernando de que íbamos a ser padres, fue algo maravilloso, mágico, celestial, inverosímil, entre otros calificativos que pudiera darle. Incluso, me atrevo a decir que el ejercicio de una familia LGTBI, las que menos posibilidades tenemos de sentir eso somos las trans femeninas ya que las mujeres lesbianas y los chicos trans la pueden encontrar de forma sencilla y los hombres gais pueden adoptar o recurrir a la gestación subrogada. Por eso para mí fue fantástico poder tener mi propio hijo, representó un nuevo inicio de mi vida.

O.R.: Latinoamérica es un país donde aún existe mucha transfobia ¿Os ha afectado de alguna manera particular?

D.R.: En efecto, la transfobia no solo viene de las personas heterosexuales y cis sino también de los propios LGTBI. Recibimos muchos ataques, tuvimos que pedir apoyo a la policía porque fuimos amenazados. Incluso instalé cámaras en casa. La gente es mala, cuando se encuentra ante algo nuevo o diferente, y nuestra relación era eso. Hay mucha gente que odia y desadaptados que no entendían que, más allá de lo que tengamos en medio de nuestras piernas, lo que nos dio el fruto de nuestro hijo, fue el amor. Pero también están los que nos quieren, aprecian y felicitan por nuestro valor que, por cierto, son muchísimos más y nos ha dado fuerzas.

O.R.: ¿Cómo llegaste al activismo? ¿Lo compaginas bien con la vida familiar?

D.R.: Creo que nos hacemos activistas a partir de nuestras crisis particulares. Tienes que sufrir, levantarte de ese sufrimiento y después buscas que otros no sufran lo que tú. Yo sufrí mucho, en el colegio, la universidad y en mis espacios laborales. Llegó un momento de mi vida en que estallé, y me dije: es la última vez que me discriminan, a partir de hoy me voy a defender. Ese día me despidieron de un hotel, era la quinta empresa que me expulsaba por ser un chico afeminado. Ahí empezó mi vida activista. Los demandé, no gané, pero aprendí a defenderme y empecé a defender a los demás, a mis iguales.

Compaginar mi activismo con mi nuevo núcleo familiar ha sido sencillo. Vimos la oportunidad de enviar un mensaje al mundo sobre las familias diversas y lo hemos hecho, el mensaje ha llegado y ha tocado corazones. A nivel interno familiar ha sido más complicado ya que uno de los dos debe dedicarse al cuidado de nuestro hijo y otro a proveer el hogar. Como yo ya trabajaba no fue una decisión difícil. Lo difícil fue el conflicto de género y sexo que eso supuso, que al momento hemos superado medianamente y ha hecho interesante nuestra relación.

O.R.: Os habéis convertido en una pareja muy mediática ¿Ha cambiado eso vuestras vidas? ¿Ha servido para dar mayor visibilidad al colectivo?

D.R.: Pues sí, lo mediático es porque lo hemos permitido. Vimos la oportunidad, recalco, en que la gente conozca otro modelo de familia. Esto tiene sus riesgos, amenazas, odios, etc. Pero nuestro fin común es que otros no sufran lo que nosotros, nuestra exposición la vemos como un sacrificio, para que la gente se habitúe y cuando esté delante de otra familia diversa lo asimile de mejor forma. Y, por supuesto, ha servido para dar mayor visibilidad al colectivo e incluso diría que reducir la violencia y discriminación, hablo por Ecuador.

O.R.: Proyectos de futuro ¿Habéis pensado en el matrimonio? ¿Queréis tener más hijos?

Pues sí, hemos pensado en matrimonio. Para él es esencial el tema del matrimonio, para mí, un evento más con cierta carga emocional. En el año 2015 lo intentamos en Venezuela, pero fuimos objeto de discriminación en la Alcaldía de Naguanagua y se frustró nuestro matrimonio, donde gastamos los pocos recursos que teníamos. Cuando nos recuperemos económicamente nos casaremos para que Fernando esté más tranquilo con nuestra relación. Y sí, estamos deseando darle una hermana a nuestro hijo Sununú, pero debemos esperar.

http://www.DianeRodriguez.Net

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies